1. Vives tu vida empujando constantemente las sillas debajo de las mesas.
2. Estás quitando todo el tiempo los paquetes vacíos de las superficies.
Qué tentador es comenzar a poner notas adhesivas sobre ellos y que digan: “no te deshiciste de esto, asumiré que deseas conservarlo”.
3. No comprendes cómo alguien puede estar tan tranquilo después de poner un envase vacío de nuevo en la nevera.
¿Estará acaso la mitad de la población aturdida?
4. No logras relajarte en un cuarto desordenado.
Sabes que tendrás que levantarte y ordenar en algún momento, por lo que no puedes dejarlo pasar.
5. El desorden te suele estresar.
Te cuesta trabajar en un ambiente desordenado por la simple razón de que te distrae demasiado.
6. A veces sientes que todos están ciegos y que tú eres la única persona capaz de ver el desorden.
No logras comprender el hecho de que las personas dejen un envase vacío a un lado.
7. Cuando otras personas limpian, generalmente no lo hacen tan bien como tú.
Aprecias su esfuerzo, y luego, cuando no están mirando, vas y limpias y un poco más.
