Cuando no se tiene nada que perder, es muy común —o al menos debería serlo— que se crucen todas las fronteras y se intente todo lo posible por alcanzar esa obsesión.
Gabriel Gutiérrez García IG @Gabrielgtzgmx
Pero las obsesiones nublan la vista, deforman la imagen del objeto deseado y hacen que todos los sentidos se alteren.
Carta al viento es un monólogo interpretado de manera magistral por Sebastián de Oteyza, bajo la dirección de Sandra Félix. Una obra que se construyó a partir del relato autobiográfico que se ve reflejado en los poemas de Alejandro González Félix.
Alejandro es un hombre homosexual que se vive como gay, con trabajo de profesor en varias universidades de la Ciudad de México en los años 90 del siglo pasado.
Del siglo pasado… eso es vital recordárselo al público. En los noventa no había love is love, no había matrimonio igualitario, no existía La más draga, ni la visibilidad de hoy, en 2025. Tampoco había PrEP. El VIH seguía siendo, básicamente, una condena de muerte para quien era diagnosticado, pues no fue sino hasta el año 2003 que el acceso a medicamentos antirretrovirales se hizo universal y gratuito en México.
Sebastián nos ubica, al principio de la obra, en que él le dará vida a Alejandro y a los personajes que en sus poemas evoca.
Monólogo que revive un imposible amor gay en una Ciudad de México sin derechos ni visibilidad.
Un día, Alejandro está sentado con su pareja en turno en «El Cantábrico», un restaurante de mariscos que recuerda —y mucho— al «Danubio», en donde va a comer los fines de semana. Al igual que muchos de su edad, heredó los gustos de su padre (de origen español) y frecuentaba, por gusto adquirido, ese restaurante del Centro Histórico de la Ciudad de México, que parece congelado en el tiempo, con sus candelabros, sus cientos de servilletas firmadas por la gente famosa que, a lo largo de los años, ha visitado el lugar, enmarcadas en cuadros, y sus meseros uniformados al viejo estilo.
Y es justo un mesero, «Julen», quien provocará el cisma en Alejandro: un terremoto mayor al de 1985, que durará años, consumiendo la vida de quien lo sufre.
En algunos momentos, esto se asemeja a Muerte en Venecia, pero en el Centro Histórico, con idas y venidas a Arboledas, con amiga mariliendre y con Vicky, la señora que le ayuda a Alejandro con la limpieza y todo lo que tiene que ver con su casa. Es más allá de su sirvienta (así se les decía en esa época): su asistente, su secretaria, su asesora en materia de imagen y su Celestina.
Si tuviera que describir lo que Julen provoca en Alejandro con el lenguaje de 2025, diría que es una relación que supera —y por mucho— niveles máximos de toxicidad.
Pero, como todo sucede en los noventa, en un mundo y un México totalmente distintos (al menos en materia de derechos gays), la obra se convierte en un retrato de lo que se vivía en esa época, en donde la gente se apuntaba el número de teléfono, se sentaba a esperar la llamada del hombre deseado y se escribían notas en papelitos.
La historia transcurre y va creciendo, y creciendo, hasta su clímax. La iluminación de Philippe Amand, la coordinación técnica de Gustavo López Jiménez y la producción ejecutiva de José Juan Sánchez se unen para que el trabajo actoral de Sebastián de Oteyza luzca todavía más.
Carta al viento, monólogo a partir del relato autobiográfico y los poemas de Alejandro González Félix, con Sebastián de Oteyza, se presenta con dos únicas funciones los días miércoles 17 y jueves 18 de julio de 2025, en el Espacio X del Centro Cultural de España en México, a las 7 p.m.
La entrada es gratuita y cuenta con la extraordinaria calidad de todo lo que se presenta en el CCE.