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Conoce más sobre el Trabajo Sexual

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Foto de Rodolfo Clix en Pexels

Sabremos que la sexualidad es realmente libre, cuando el trabajo sexual sea seguro y legal, en tanto sea por voluntad propia.

Sí, leíste bien. Desde Sexcandala no podemos concebir una sociedad libre de vivir su sexualidad, hasta que el trabajo sexual no sea reconocido, valorado, legal y seguro, en los casos en que libremente así se decida.

Pero… empecemos por el principio… ¿qué es el trabajo sexual?

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el trabajo sexual se refiere a toda actividad sexual llevaba a cabo por personas adultas y cuyo objetivo es obtener dinero o bienes a cambio de sus servicios, ya sea de manera regular u ocasional.

No perdamos de vista que trabajo sexual implica el consentimiento informado, entusiasta y reversible de la persona que lo ejerce.

Ok, hasta ahí todo bien. No veo dónde está el problema en que personas adultas decidan dedicarse al trabajo sexual, en tanto exista libertad, consentimiento y seguridad. ¿Por qué no es como cualquier oficio?

Porque está relacionado con el ejercicio libre de nuestra sexualidad. Y ahí está el problema. Dado que se asocia al uso del cuerpo, sobre todo de los genitales, como principal fuente de ingresos… pues…

Además, vale la pena mencionar que esta estigmatización no está libre de una carga especial relacionada con el género.

Si al estigma le sumamos los mandatos del género que normalmente reprimen a la mujer y, en particular a su sexualidad, realizar una actividad económica que se basa en el uso del cuerpo en una sociedad como la nuestra es un GRAN NO.

Impensable que la mujer, o que cualquier otra persona, se atreva a vivir su sexualidad de forma libre y que, además, viva de ello.

Es así como el trabajo sexual y quienes lo ejercen, están cargadas de etiquetas que sólo reproducen sistemas de poder, dominación y opresión, basándose en estereotipos o creencias sobre el uso “correcto” del cuerpo.

El problema está en que, al permitir y no cuestionar estas creencias, creamos un terreno fértil que pone en situación de vulnerabilidad a las personas que lo ejercen.

Así es, porque el trabajo sexual, por las actividades propias de su ejercicio, expone a quienes lo practican a todo tipo de riesgos, como la violencia, afectaciones a su salud física y mental, infecciones de transmisión sexual y sí, también al VIH.

Por eso es importante no sólo hablar de trabajo sexual, sino de reconocerlo y validarlo. Puesto que, en tanto sigamos estigmatizándolo, no lo regularemos.

Así que tú, que nos lees o nos escuchas, piensa por qué te choca tanto que una persona viva su sexualidad con esa libertad y que, además, de manera muy inteligente, se proponga vivir y generar ingresos de ello.

Y, además, reconoce que todes hemos sido consumidores de trabajo sexual: ya sea porque hemos consumido pornografía, contenido de Only Fans o contratado los servicios de una persona.

Y está bien haberlo hecho y seguir haciéndolo. En tanto el trabajo sexual se ejerza de manera voluntaria, con consentimiento, de manera segura y en libertad, nuestra opinión sale, como en todo lo demás, sobrando.

Dejemos de juzgar a las personas que se han atrevido, desde tiempos históricos, a cuestionar un sistema que ha buscado oprimir y generar culpa. Nuestra sexualidad es eso: nuestra. Y nosotres decidimos cómo vivirla.

Yo, por mi parte, admiro profundamente a las personas que, en el ejercicio de su libertad, ejercen el trabajo sexual.

Ahora ya lo sabes: lo que está mal no es vivir tu sexualidad de forma libre y responsable, sino una sociedad que culpa, castiga y estigmatiza a quienes se atreven a hacerlo. Recuérdalo: no habrá sexualidad libre hasta que el trabajo sexual sea legal y seguro, en tanto sea por voluntad propia.