Desde chica, siempre me fascinó la mística de las celebraciones del día de muertos, como también el Halloween y sus orígenes. Resulta que mucha gente trans piensa lo mismo y aquí voy a hacer un pequeño ensayo buscando la conexión. Cuando te toca nacer con disforia de género, de manera natural te empiezas a cuestionar la supuesta realidad, ya que tu sexo biológico no concuerda con tu identidad de género, y la sociedad te dice además que te tienes que comportar de cierta manera de acuerdo a lo que ellos piensan. Pero tú por dentro sabes que la realidad es otra y pasas por una difícil transición en donde dejas morir lo que no eres, dejando brillar lo que si eres. ¡Somos el ejemplo vivo de lo que es romper esquemas!
Aunque aprendes a fluir y a darle el avión a la gente para no dar explicaciones, en tu cabeza vas a mil por hora pensando cómo hacer valer la realidad. Verás, la realidad promedio de la sociedad ni es la buena y es sumamente chafa, aunque sea la mayormente aceptada. El tema es muy profundo y ya lo trataré en su momento en una conferencia (no se la pueden perder), pero les adelanto que hice de la frase de Krishnamurti mi himno: “No es signo de buena salud el estar adaptado a una sociedad profundamente enferma”. Y no lo es. Hay que tomarlo literal y si resulta que eres la persona desadaptada o anormal ¡Felicidades! Eres más saludable mentalmente que la mayoría y sobre todo que las personas bien adaptadas.
No es fácil porque vamos contra corriente y enfrentamos un montón de dificultades que esa sociedad enferma nos va poniendo; lo que no se imaginan es que nos hacen más fuertes. Pero en eso llegan los días hermosos en que celebramos a esa dimensión que está más allá de esta vida y nos permitimos acariciarla. Nuestra dimensión actual se vuelve borrosa y se funde con ese mundo mágico. Ahí nos permitimos ser alguien más y “disfrazarnos” por lo menos esos días sin que nadie nos esté molestando. No es casualidad que a muchas personas trans nos guste el Halloween y esperemos con ansia esos días, porque para aquellas que no ha salido del closet, puede ser la única oportunidad en todo el año de ser ellas mismas.
Incluso en la fiesta de mi oficina podía vestirme de mujer y no pasaba nada, nadie sospechaba, y así, empezaba a coquetear con mi transición. También era darketa y así podía justificar las uñas pintadas y el delineador en los ojos. Ni siquiera era algo fingido, pero era muy conveniente porque nadie me cuestionaba. Lo que la gente pensaba que era un disfraz, era la realidad y no lo veían. No tenían esa visión penetrante que las personas trans fuimos obligadas a desarrollar para ver más allá de lo evidente. Si te digo, que cuando sabes verle el lado bueno, el ser trans es una gran oportunidad de crecimiento personal.
Pero esto no es solo poderse disfrazar: ¡El Halloween es sumamente disruptivo! Invita a descubrir lo que hay más allá, y eso debiéramos hacerlo siempre, no solo un día. La sociedad se puede quedar en el engaño, pensando que es juego o fantasía. Nada de eso; existen otras dimensiones mucho más interesantes y están representadas en el día de muertos, así como también hay realidades que superan el paradigma social -enfermo-, y si no, ¡que nos pregunten!
Así, podemos alcanzar “La Gran Realidad”, la cual entiende a la pequeña realidad como una simple ilusión y no se desgasta con ella, mientras que la pequeña jamás entenderá a la grande. Por eso, si alguien piensa que soy anormal, rara, o mejor aún, bruja, me halaga a un grado que ni diez vidas les darán para entender…
Si quieres acompañamiento para personas trans, familias y especialistas puedes contactar a Juliette Greenham a través de este correo: alasdeviento1@gmail.com