La libertad sexual del que el país goza en el presente, ha sido resultado de un proceso muy largo y complejo. Un poco de Historia.
Luis Miguel Romero
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En el transcurso de su Historia, México ha sufrido transformaciones impresionantes en todos los campos: político, social, cultural y hasta sexual. La libertad sexual del que el país goza en el presente, ha sido resultado de un proceso muy largo y complejo, sobre todo porque México fue educado socialmente bajo el concepto del «Machismo», que aún en el presente, sigue teniendo una presencia muy incómoda en la sociedad.
La diversidad sexual no es ninguna moda ni mucho menos una epidemia o plaga de los últimos tiempos (como mucha gente ignorante aún piensa en el presente). Siempre ha existido, y pruebas de ello las encontramos desde los tiempos de las primeras culturas que habitaron el país.
La Cultura Maya
Según los estudios recientes, parece ser que las civilizaciones del norte y del sur del país, eran un poco «más tolerantes» en temas de diversidad sexual. En algunas vasijas y grabados encontrados en los estados del sureste, donde floreció la Cultura Maya, se han encontrado plasmadas escenas de amor homoerótico. Sin embargo, los mayas no eran precisamente tolerantes con la homosexualidad. Al que cometía este acto, se le quemaba vivo en hornos ardientes. No obstante, se permitía que los hombres jóvenes, tuvieran sexo con otros varones. Esto era preferible al sexo prematrimonial. Incluso les conseguían esclavos sexuales en los botines de guerra.
Llegan los colonizadores españoles
El explorador español Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1488-1559), afirmaba haber encontrado hombres casados con otros hombres en los territorios del actual estado estadounidense de Texas (que fue parte de México antes de anexarse a los Estados Unidos en el siglo XIX). También en el territorio del actual Sonora, era común ver a hombres vestidos de mujer. Y esto era tolerado socialmente.
Parece ser que en el México central, la historia era muy diferente. El monje evangelizador Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), mencionaba en sus escritos que la reacción general de los indígenas del centro del país ante el pecado nefando (como llamaban entonces al acto homosexual), era de asco y rechazo. El fraile narró también la existencia de los Xochihua («el que porta la flor»), que eran hombres que se vestían, hablaban y comportaban como mujer. O sea, lo que hoy identificamos como una mujer trans. Estos «hombres», según relata el fraile, era empleadxs por «sus señores», para tareas femeninas como tejer, hilar o sembrar, pero también para sus «vicios». Según Sahagún, también se usaba la palabra cuiloni para referirse al hombre homosexual (cuiloni significa «put#»).
Por otra parte, el religioso Fray Alonso de Molina (1513-1579), autor del diccionario «Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana», menciona la palabra patlache que, según su definición, significa «mujer inmunda» o «mujer con pene». Esta era una forma de referirse a las mujeres lesbianas.
El Imperio Mexica
No obstante, Hernán Cortés (1485-1547) revelaba en sus relaciones de viajes, que la homosexualidad era bastante habitual en la Gran México-Tenochtitlan. Sin embargo, ni Cortés ni los frailes católicos, pueden ser una fuente fidedigna para tratar temas como la diversidad sexual, en un mundo sometido por el poder de la Iglesia Católica.
En Texcoco, reino antiguo asociado con el Imperio Mexica o Azteca, las leyes del rey Nezahualcoyotl, condenaban el acto homosexual, pero eran más duras con quién asumía el rol pasivo. La pena para el acusado de asumir este rol en el acto homosexual era quemado con ceniza ardiente.
Se dice también que los baños temazcales, eran la versión de entonces de los clubes de encuentro o baños saunas contemporáneos, y que era común ver en estos sitios a hombres sosteniendo relaciones homoeróticas con otros hombres.
Deidades LGBT+
En el panteón divino de los aztecas, existen también algunas manifestaciones de diversidad sexual. Un claro ejemplo es Centéotl, el dios del maíz, a quién, en ciertas festividades, se le adoraba ataviado con ropas de mujer; Metetotl y Mayaguey, son las deidades del maguey, representadas indistintamente en versión masculina y femenina, mientras que el dios Ometéotl, también era representado en su «versión femenina» como Omecíhuatl. La prostitución masculina también existía entre el pueblo mexica / azteca. Ellos también tenían a su deidad protectora. Se trata de Xochipilli, la versión masculina de Xochiquetzal, la diosa protectora de las prostitutas.
Quizá el vestigio más vivo que nos queda en el México actual sobre las prácticas sexualmente diversas del México antiguo, sean las Muxes, mujeres transgénero originarias de Juchitán, en Oaxaca, que gozan de reconocimiento y respeto entre su comunidad. Hoy en día, las muxes han alcanzado un reconocimiento y fama notables en todo el mundo.
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