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La verdadera fuerza interior

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Foto de Monstera en Pexels

Nos vamos auto conociendo mientras nuestra vida avanza, y a medida que más pongamos atención en nuestros procesos, ese conocimiento podrá ser mayor. Las lecciones no están garantizadas por el puro hecho de vivir algo; hay que extraerlas, digerirlas, integrarlas. Lección que no se aprende, estarás condenándote a repetirla. Hay muchas cosas que puedes decidir, que te tocan a ti. Otras cuantas están fuera de tu alcance, y esas se procesan diferente. Vamos a analizar más a detalle, si te parece.

Es humano querer controlar las situaciones, aunque es un ejercicio inútil. La verdad, es que no podemos controlar los acontecimientos externos, ni las reacciones de otras personas, ni el clima, ni la economía, ni el tráfico y así me puedo seguir. Nos enseñan la “Ley de la atracción”, muy de moda, pero a mi entender muy mal interpretada. La vibración es una realidad científicamente comprobada, y mientras más alto se vibre, podremos en alguna medida generar algo de conexión con y entendimiento de aquello que vibre igual. Seguro que sí, hasta ahí vamos bien.

Si enfocamos nuestra mente en lo que queremos, en vez de en lo que no queremos, el ser humano ha evolucionado de tal manera que esta mente maravillosa hará todo por conseguir el objetivo. Ahí se vuelve muy peligroso enfocarte siempre en lo negativo, ya que la mente no puede diferenciar entre negativo y positivo y simplemente ve un “objetivo”, y puedes acabar justo donde no quieres llegar. Si quieres puedes decirle ley de la atracción, pero científicamente se llama “Sistema Reticular Activador”, y te permite que tu mente trabaje hacia un objetivo con mucha eficiencia (y de manera subconsciente en un porcentaje muy alto).

Pero se ha llegado muy lejos, ahora con una palabreja que me revienta por ser utilizada de manera ególatra e ignorante. ¿Cuántas veces te han dicho? “Tú decrétalo güey”. La verdad, ni tú ni yo podemos decretar nada externo. No puedo decretar que me den un trabajo: puedo decidir prepararme lo mejor posible y hacer mi mejor esfuerzo, pero no puedo evitar que quien toma la decisión escoja a alguna de las otras 500 personas que aplicaron y por la razón que sea. El universo de cosas que pueden pasar es inmenso, por ejemplo, puede no gustarle mi seguridad al hablar porque “al rato le voy a quitar su chamba”, mientras que yo pensé que sería una cualidad. No importa si es cierto o no, el hecho es que no puedo controlar las interpretaciones de otra persona. Puedes utilizar el ejemplo que quieras. Decreta que no va a haber tráfico, o mejor revisa tu aplicación para evitarlo o no pongas tu cita a hora pico. ¿Ya ves por dónde voy?

Querer controlar solo desgasta. Lo que si podemos decidir es ser inteligentes y buscar las lecciones en la adversidad, buscarle el lado positivo a las cosas, esforzarnos mucho para conseguir nuestros objetivos y finalmente, no rendirnos. Como el poema de Almafuerte: “No te sientas vencido ni aún vencido”. A veces, se juntará la preparación con la oportunidad, que algunos llaman “suerte”. A veces, viviremos cosas muy feas, así pasa, es parte de la vida. No he visto a algún gran maestro diciendo que “decretes” nada, ni a un marinero experto queriendo controlar el mar. Pero lo he visto ajustar sus velas con gran pericia y navegar las tormentas que cualquiera se paralizaría de miedo. Prefiero ser valiente, inteligente, coherente, hábil, flexible, esforzada, desapegada. Los grandes maestros se esfuerzan, quizá más que nadie, tienen también objetivos, pero si las cosas no resultan como pensaban, muestran desapego por el resultado y fluyen con una sonrisa, ya que saben que sin importar que venga, van a estar bien…