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Los niveles de una transición

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Foto de Ronald en Pexels

En la experiencia de la vida y la interpretación de lo que nos rodea, o lo que erróneamente llamamos “realidad”, existen varios niveles de comprensión. Nadie puede ver la realidad completa, y las cosas o situaciones no tienen significado por si mismas; solo tienen el significado que les doy. Un mismo hecho puede significar algo bueno para una persona y algo malo para otra. Así, lo que ves en la superficie, seguramente no es. Hay que ir más profundo.

John Lennon decía, que la vida es aquello que ocurre mientras estamos planeando otras cosas. Esto quiere decir que controlamos muy poco. Por eso, es mucho mejor cultivar tu habilidad de adaptarte y fluir con lo que se presente, que el querer controlar, que solo frustra y enferma a la gente. La transición es esto, elevado a la potencia que quieras, ya que tiene una complejidad muy por encima de una vida promedio.

Ya que nuestro reto es mayor, necesitamos ser más inteligentes y fuertes de lo normal. Sostengo que esas cualidades están a nuestro alcance, si no, sería un despropósito del universo darnos una prueba para vernos fracasar. No es fácil, te va a llevar al límite, pero se puede. Un error común del 99% de la gente, es la flojera mental de no ver más allá. Eso la lleva a decisiones y resultados chafas en la vida. Las personas trans no podemos darnos ese lujo porque la tenemos más difícil. La adversidad obliga a volverte más hábil, ¿no es una belleza?

Una transición empieza por cosas tan simples como maquillarse, o ponerse ropa diferente. Nos encanta vernos, tomarnos fotos, filmarnos, jugar con nuestra imagen. Eso va evolucionando y empezamos a salir, mostrarnos en público, la tensión aumenta, usar un baño público, que la gente afuera te empiece a llamar por el pronombre correcto sin que se los pidas. Son grandes pasos, victorias. Llega el cambio de documentos, darle a conocer la situación a tu círculo extendido, el trabajo, la familia, quizás llegues hasta las hormonas y cirugías. ¡Y estás del otro lado! … ¿o no?

Este pequeño párrafo de arriba es el ejemplo de lo que la gente ve, en el nivel más simplista. Realmente, podría escribir un libro de todo lo que pasó para lograr dar esos pasos y solo sería mi libro, tu podrías escribir otro muy diferente, pero igual de complejo. Las implicaciones psicológicas, sociales, laborales, familiares, de salud, de pareja, de seguridad, y él cómo va a cambiar todo tu futuro, son capítulos muy amplios y de mucha profundidad.

No lo digo para espantar a nadie, al revés, lo hago para incitarte a enfrentar estos retos desde el mejor lugar que te sea posible. ¿Cómo? Viendo más allá, utilizando una visión estratégica que te permita aumentar tus posibilidades de éxito, y eso se logra solo con esfuerzo. ¿Y dónde aprendo eso? Bueno, también el esfuerzo tiene varios niveles, para eso hay mucha información, personas aliadas, profesionales que te pueden ayudar, pero principalmente los recursos los encontrarás en ti. Tu ya los tienes, solo hay que quitar el ruido mental y llegar a la profundidad de quien eres en realidad. Esa fuerza, esa entereza, no te la puede dar nadie, solo puedes aprender a que salga de ti. Tienes que cultivar el YO.

Ese autoconocimiento es un regalo tan grande, que ya por sí mismo justifica la adversidad. Habrá ocasiones que te llevarán al límite, te vas a romper muchas veces. Es normal, no es debilidad, son reajustes, necesarios para tu evolución. ¿Sabes por qué te caes? ¡Porque lo estás intentando! Ahí donde alguien saldría corriendo ¡tú estás luchando! Así que consiéntete, no te resistas o intentes controlar, eso te lastima más, solo llora, déjalo salir, adáptate, fluye, evoluciona, renace. Sobre todo, continúa. Si nadas contra corriente no puedes dejar de nadar, porque perderás lo ganado y quizá nunca lo recuperes…