Por: Gabriel Gutiérrez García
Hace algunos días tuve la oportunidad de participar en un recorrido que Planeta de Libros México organizó con periodistas de la fuente cultural.
Pedro Ángel Palou nos guió por lugares icónicos del Centro Histórico de la Ciudad de México para así de primera mano poder conocer las fuentes de inspiración de su más reciente novela «México». Una deliciosa historia que transcurre a través de casi 500 años por medio de las y los integrantes de 4 familias.
Como uno más de los personajes de la novela de largo aliento aparece el barón Alexander Von Humboldt, a quién en México queremos mucho y lo reconocemos como gran naturalista y explorador, pero del cual poco o casi nada se ha dicho de su sexualidad.
Es la primera vez que en un libro en México se habla de manera abierta de la sexualidad de ese gran personaje. Y es que Palou, en su vasta novela retrata a un sinnúmero de historias y personajes que a lo largo del libro van interactuando. Lo mismo aparece un zapatero, que un minero, un panadero, intelectuales, mujeres y hombres que viven y aman a esta Ciudad de México, que ha visto pasar de todo durante los siglos de historia que la han conformado.
Miles de eventos que la han definido. Una novela deliciosa, que quieres devorar y leerla caminando y respirando la Ciudad que la inspiró. ¡Y sí! Saber que la diversidad sexual está allí porqué siempre ha estado pero pocas veces vemos a personajes de la Historia de México de carne y hueso con deseos y con pulsiones. Lo de Humboldt es un detalle, un guiño entre las muchas páginas que conforman la novela pero a mí en lo particular me dio mucho gusto y me dio más gusto saber que el autor se había informado y documentado tanto para escribirla (le tomó 4 años hacerlo).
Así que sí recomiendo leer la novela. Sobre todo sí les gusta la Historia de México, de la Ciudad de México. Una novela histórica llena de claves y secretos, llena de personajes deliciosos, que aparecen como parte de esta ciudad que como dice Quirarte es un país.
Tras el recorrido en el camión que nos llevaba a donde comimos y pudimos intercambiar puntos de vista con el autor y charlar de manera más íntima, Pedro Ángel se dio a la tarea de platicar más sobre el capítulo dedicado a Humboldt y pude indagar más para el público de Escándala, así me enteré que siempre se hace informar por gente experta en diversos temas y el tema LGBT+ siempre aparece en sus personajes porque es una forma de incluir a la diversidad sexual y así enriquecer a sus libros, pues considera que forma parte de la riqueza humana. (Uno de sus primeros libros está dedicado a la vida de Xavier Villaurrutia y en otra de sus novelas plantea la posibilidad de la bisexualidad de Emiliano Zapata), así que podemos ver su firme compromiso de aliado de la diversidad sexual.
Algo que me emocionó de sobremanera, es que por cuestiones logísticas y a pesar de que teníamos planeada visitar la casa en dónde se hospedó el barón Von Humboldt en la Ciudad de México durante su estancia en el país, eso no se pudo hacer al final por cuestiones de tiempo. Sin embargo cuando nos subimos al camión y comenzamos a charlar junto con los demás periodistas, fue de verdad muy interesante, porque cuando justo íbamos hablando de Humboldt, llegamos a la esquina de las calles de Isabel la Católica y República de Uruguay. ¡Y es que justo en la mera esquina de esas calles, hay una estatua dedicada al barón alemán!
Cuándo juntas tanta energía, invocas tanta Historia por fuerza ocurre algo mágico y quiero creer que ese momento sucedió algo mágico, pues hablábamos de los amores y de la sexualidad de un personaje homosexual del qué poco se ha dicho sobre su sexualidad en nuestro país y cuando lo hacía el autor justo en ese momento llegábamos a la esquina en donde una estatua dedicada al personaje del cual veníamos hablando apareció y eso ¡es magia pura! Para mí fue una especie de visto bueno, un mensaje que desde los siglos de Historia que tiene detrás Von Humbolt nos decía: «¡Ya los escuché eh y estoy de acuerdo, estoy contento de qué se hable de mí y de mis amores con otros hombres, de mi libertad sexual que tuve adelantándose a mi época, que sí amé a otros hombres, pues me gustaban y me gusta qué el autor hable de mí en esos términos».
La magia existe, la magia en los libros existe y esa tarde se hizo presente.