Hoy toca hablar de un tema muy amplio, complejo pero importantísimo: la situación de mujeres en la actualidad.
Anteriormente hemos hablado de que todas las personas tenemos derecho a existir, ser quienes somos y habitar nuestra identidad, y que independientemente de cuál sea, tenemos derecho también a que se nos respete, y a que se nos deje vivir libres de todas las formas de violencia que hay.
Existen identidades como personas en el mundo, pero pensando en el espectro general del género, de todo lo que se encuentra lo masculino y lo femenino, son las mujeres, personas trans y no binarias, quienes viven con una carga de “menor valor” que les coloca en un lugar de segunda o tercera categoría, en el reconocimiento de estos derechos a vivir libres de violencia y discriminación.
En pocas palabras, las mujeres, sí TODAS las niñas y mujeres; trans, cis, lesbianas, bisexuales, asexuales, heterosexuales; así como otras identidades trans y no binarias; hemos vivido y vivimos hoy en día, aunque en diferentes contextos y escalas, transgresiones a nuestros derechos, a nuestros cuerpos, ¡a nuestras vidas!
Y es que, aunque se ha ganado territorio en el reconocimiento de sus derechos, en el reapropiamiento de sus libertades a ser como decidan ser, ¡a vivir sus vidas y cuerpos o cuerpas como se les venga en gana, falta mucho por hacer, y no podemos dejar de verlo, para hacernos cargo.
En México y muchas otras partes del mundo, las mujeres aún siguen viviendo opresiones, represiones y violencias que “se explican” solo por razones de género; es decir, que “nos pasan” o “nos toca vivir” por el simple hecho de ser mujeres; o en su caso, por desafiar los estereotipos impuestos para nuestros cuerpos e identidades asignadas. Qué injusto, ¿no?
No solo es injusto sino inhumano que esta realidad sea la de más de la mitad de la población, de nuestro país y del mundo. Si no me creen, le dejamos estos datos duros, pero reales y actuales, no solo para que conozcan y puedan tomar conciencia sobre este problema social, sino para que también nos preguntemos qué podemos hacer desde nuestro espacio, para erradicar estas violencias machistas, ¡ya!
En México, datos recientes refieren que, durante los primeros cinco meses de 2021, los feminicidios aumentaron en un 7%, en comparación al mismo periodo del año pasado (Secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, 2021). Tristemente, México no baja de su terrible marca de más de 10 mujeres asesinadas al día.
Otros delitos como las violaciones han incrementado aún más, creciendo en un 30% en comparación con los mismos meses en el 2020 (Secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana).
Y estos son solo los casos denunciados. Imagina cuántas historias se quedan en silencio, o no llegan a ser contadas porque pasan a ser parte de las cifras de mujeres silenciadas, asesinadas.
Y es que lo más fuerte de todo esto, es que estas violencias no solo se viven en las calles, sino principalmente, en casa, el lugar donde se supone encontramos protección, seguridad, paz; un lugar para estar y resguardarnos, por ejemplo, de la pandemia. Qué triste y qué rabia que nuestro espacio seguro, sea en muchos casos, un espacio de riesgo y peligro.
Al respecto de esto, precisamente, la Red Nacional de Refugios reporta que en 2021 incrementaron en un 20% los ingresos de mujeres con sus hijas e hijos a Refugios de la red. Además, de que en México cada hora 80 mujeres llaman a emergencias por violencia familiar y al día 10 mujeres son violadas.
Durante el 2021, en esta misma red ha atendido a más de 23 mil mujeres y sus hijas e hijos; y a más de 9 mil personas a través de redes sociales y líneas telefónicas. Y esto no solo ocurre en nuestro país. En todo el mundo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de una pareja sentimental. Y ni me hagan hablar de acoso sexual, que ahí las cifras son todavía mayores. (ONUMUJERES, 2019).
La violencia de género es un problema histórico, que se agudizó y evidenció con el COVID-19. Esta pandemia ha incrementado las violencias, tanto física, psicológica y sexual, como económica, en contra de las mujeres, y también de las personas trans y no binarias.
Y esto se está viendo también en los espacios de “la nueva normalidad”. En donde niñas, mujeres y otras identidades que no sean “hombre cisgénero masculino macho alfa lomo plateado”, nos enfrentamos de forma desproporcionada a obstáculos para acceder a nuevas oportunidades de trabajo, a remuneraciones justas, a que se nos permita seguir trabajando y/o estudiando, y que no se nos obligue a abandonar nuestros proyectos por responder al rol de “cuidadoras”, o al cumplimiento de las responsabilidades del hogar.
Y eso, sin mencionar que también son más las niñas, mujeres personas trans e identidades no binarias, quienes se ven con mayores limitaciones para acceder a las herramientas digitales de aprendizaje o trabajo, incluidas las plataformas digitales, los tutoriales en línea y los programas de creación, producción y distribución de diversos tipos de recursos para su crecimiento personal y profesional.
Pues sí, en un mundo en el que se calcula que hay 250 millones menos de mujeres que de hombres que usan internet en todo el mundo, ¿qué podríamos esperar? (UNESCO, 2021).
¿Pero y cómo llegamos a esto? Y más importante aún, ¿cómo podemos salir de esta terrible situación?
Pues, primero que nada, informándonos y reflexionando hacia la comprensión de que, no porque estas desigualdades y violencias hayan existido desde tiempos inmemorables, significa que es “normal”, “natural”, ni mucho menos que es algo que no podemos cambiar.
Comprender que estas y otras formas de violencia tienen que ver con nuestra cultura machista, de la cual todes somos parte, nos ayuda a tomar conciencia y responsabilidad sobre el cambio. Empecemos a deconstruirnos cada quién, miremos hacia dentro e identifiquemos nuestros machismos y violencias.
Puedes comenzar con dejar de emitir juicios o cuestionamientos sobre cómo se viven las mujeres, personas trans e identidades no binarias; guarda para ti tus opiniones sobre lo que deciden hacer con sus cuerpos y sus vidas; sobre sus luchas y causas. Apoyemos desde el respeto, la escucha, la empatía y la corresponsabilidad en tus acciones cotidianas.
Abandona ya ese humor misógino que odia, ridiculiza y demerita lo femenino y todo aquello que se salga de las normas del género; salte de esos grupos de whatsapp que cosifican sus cuerpos y sexualidades sin consentimiento; deja de mandar sus packs, deja de criticar sus cuerpos y sus decisiones.
Apóyanos difundiendo estos mensajes, estas reflexiones y este exhorto: Basta ya de las violencias machistas en contra de las niñas, mujeres, personas trans e identidades no binarias. Y ojo, este mensaje es para todas las personas, porque recuerda que el machismo, se lleva en la cabeza, no entre las piernas.
No olvides escuchar Sexcándala, donde queremos construir una comunidad informada y empoderada de su salud sexual, que sea parte del cambio hacia un mundo libre de violencia.