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Poliamor y parejas eróticamente inteligentes

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Foto de Helena Lopes en Pexels

Mucho hemos hablado ya de que las personas somos únicas, y tenemos muy particulares formas de ser, expresarnos, vivirnos e interactuar. Por lo tanto, las diferencias en las interacciones y en general, en los distintos tipos de relaciones interpersonales, son lo más natural del mundo.

Sin embargo, parecería que las relaciones en las que nos vinculamos erótica y/o afectivamente, sean o no de pareja, “deberían” fluir y funcionar como por arte de magia; teniendo total conexión intelectual, sexual, de intereses, humor; hasta esperamos tener mismos gustos en comida, música y hasta proyectos de vida.

Y lo peor de todo, es que esperamos que esa afinidad exista y permanezca del mismo modo, “para siempre”, sin tomar en cuenta que las personas somos en esencia dinámicas, diversas y libres; llevándonos a pensar o sentir que si las cosas no marchan como en un “cuento de hadas” en donde “vivieron felices por siempre”, sin duda “algo anda mal”.

Todas estas ideas de que toda relación erótico-afectiva “madura” o “sana”, “tiene” que ser de una única manera, es igual a pensar que solo existe una única forma de ser hombre, o mujer. Es caer de nuevo en las trampas de las “normas” impuestas históricamente sobre el ejercicio pleno de nuestra sexualidad (porque sí, la sexualidad no nada más abarca las relaciones sexuales, sino también la vinculación afectiva)

Y es que, desafortunadamente, las relaciones no se salvan de los estereotipos. En este caso, la idea de que a todo mundo le funciona la monogamia y la exclusividad sexual, es otro gran mito de la sexualidad humana.

Por eso hoy en día se busca dar visibilidad a otras formas de relacionarse, como las relaciones abiertas y el poliamor, desde donde podemos construir vínculos eróticamente inteligentes.

Básicamente de lo que se trata es de comprender que cada persona tiene un código erótico, que merece ser validado y respetado, y desde el cual se pueden generar acuerdos de convivencia dentro del tipo de vínculo que se esté construyendo, con la o las personas con las que se esté construyendo.

Dicho de otro modo, si alguien no se siente con la plenitud y comodidad dentro de un vínculo, tiene todo el derecho de abrir la conversación y proponer lo que le podría facilitar ese bienestar, en común acuerdo y respeto a la otra u otras personas.

Por esto, te traemos las siguientes recomendaciones para acercarte a las relaciones no monógamas, o monógamas si así lo deseas, pero con una vivencia erótica menos restrictiva, y sexualmente más “inteligente”.

Consejo número uno. Sabemos que a veces cuesta trabajo, porque crecimos y vivimos en una sociedad que apela más a la censura que a la transparencia, pero te recomendamos que, si estás por empezar una relación, lo mejor es ser honesta, honesto, honeste con la persona, con respecto a lo que a ti te gusta y esperas de una relación.

No siempre es fácil, pero vale la pena contarle a la persona quien realmente eres, tus gustos, tus fantasías: cuéntale un poco sobre tu código erótico. Estamos segures de que, si tú lo haces, quizás la persona también se abra contigo y, partiendo de ahí, comiencen a construir una relación más honesta.

Consejo número dos. Si, por el contrario, ya estás en una relación, vale la pena que construyas puentes de comunicación con tu pareja. Nunca es tarde para contarle más de ti. Recuerda que, como tú, tu pareja quizás también tiene cosas que no te ha contado porque no ha sabido cómo hacerlo. Inténtalo, puede funcionarte.

Consejo número tres. Cuestiona todo. Muchas de las ideas que tenemos con respecto a las relaciones y la forma en la que nos vinculamos erótica y afectivamente, no son nuestras. Vienen de afuera, de una sociedad que ha querido restringir mucho cómo nos vivimos y cómo experimentamos placer.

Por eso, te invitamos a que cuestiones todo. Reconoce cuáles ideas son tuyas y cuáles no tanto. Y empieza a construir las tuyas propias.

Consejo número cuatro. Recuerda que estar en una relación no implica renunciar a quién eres, qué te gusta y cómo experimentas tu erotismo. Al contrario, usa tu relación (o relaciones) para exponenciar quién eres. Reconoce que tienes un código erótico, que tu o tus parejas también, e intenten construir uno o varios en conjunto.

Claro, y hazlo siempre desde un lugar de mucho respeto al código de la otra persona. Si yo pido que me reconozcan y respeten mis propios códigos, tengo que dar lo mismo de regreso. Respetemos y valoremos que cada uno se viva y experimente placer a su manera.

Consejo número cinco. Acuérdate que las parejas eróticamente inteligentes, en cualquiera de sus formas (monógamas, abiertas, poliamorosas, etc.), se respetan y valoran entre sí. Reconocen que están formadas por personas que no tienen por qué renunciar a su individualidad y que es a partir de ahí que construyen cosas padres.

Ahora ya lo sabes. Hay muchas formas de relacionarnos. Desde Sexcandala te invitamos a que experimentes, te des permiso y te encuentres contigo mismo, misma o misme. Y ojo, que no se nos olvide que la única persona que nos hará realmente felices, somo nosotres mismes.