Detrás de aquellas noches de encanto, libertad y diversión del mítico bar «El 9», se encuentra una figura muy destacada de la historia LGBT+ mexicana: Henri Donnadieu.
Por Luis Miguel Romero
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La mañana del martes 12 de agosto de 2025, se notificó del fallecimiento del empresario francés Henri Donnadieu, a los 82 años de edad.
El también activista falleció en Cuernavaca, Morelos, en donde radicaba » de planta» desde hace algunos años.
Henri es recordado, de forma singular, por haber sido uno de los fundadores y el rostro principal detrás del bar «El 9», célebre recinto de la Zona Rosa de la Ciudad de México que, en los 1970s y 1980s, se convirtió en uno de los bastiones de la comunidad LGBT+, la contracultura y la libertad en general de la capital mexicana.
Conozcamos un poco más sobre su vida y obra.
Vida temprana y llegada a México
Henri Donnadieu nació en 1943 en una ciudad cercana a Cannes, en la Costa Azul francesa. Cursó sus estudios en la universidad de La Sorbona de París. Donnadieu fue testigo de excepción de la revolución sexual de su país natal; venía de escribir una tesis sobre recintos de esparcimiento e integración social en la universidad.
Llegó a México en 1976. Un año después, junto con un grupo de visionarios entre los que se encontraban Manolo Fernández, Óscar Calatayud y Guillermo Ocaña «Camelia», decidió abrir el primer centro nocturno de absoluta libertad de credo, ideología y sexualidad de la capital mexicana. Donnadieu y compañía decidieron abrir el centro nocturno en un local propiedad de Manolo Fernández ubicado en la calle de Londres # 156, que anteriormente había sido un restaurante llamado Le Neuf («El Nueve» en francés).
Las noches de «El 9»
Se vuelve a enfatizar que, en ese momento, el colectivo LGBT+ estaba en un proceso muy delicado en México. En sus inicios, el «9» operó como parte de los guetos donde se refugiaba la gente de la comunidad en la capital mexicana. El recinto estuvo a punto de ser clausurado en numerosas ocasiones. Pero poco a poco fue haciéndose de un prestigio. En poco tiempo, en este espacio incluyente comenzó a reunirse, bajo un mismo techo, gente del mundo intelectual y artístico de México. Y es que, en ese momento, la Zona Rosa vivía su mayor esplendor y se respiraba un aire de glamour snob pocas veces visto en un barrio de la capital mexicana.
En 1978 el «9» abrió una sucursal en Acapulco. Allí formó parte de una suerte de «Triángulo de las Bermudas» de la diversidad sexual mexicana junto a recintos como el Gallery y el Peacock Alley. Por desgracia, esta sucursal cerró sus puertas tan solo un año después, acosada por la presión social, que acusaba al recinto de ser un antro de drogas y degenere.
El «9» fue mucho más que un lugar para bailar, desvelarse, beber y ligar como cualquier otro nightclub LGBT+ convencional. La presencia de gente intelectual y artistas en el recinto, dio como resultado el surgimiento de un espacio que rozaba ya en el ambiente cultural. Llegó a tener dentro de sus instalaciones una compañía de teatro cabaret (la Kitsch Company), existió un cineclub gay, había murales de Juan José Gurrola y Mathias Goeritz y se le brindó espacio a cantantes y músicos nuevos de la escena alternativa punk y slam. Y no solo de la comunidad LGBT+. El recinto nunca discriminó. Había espacio para todos. Siempre fue un lugar incluyente. Se aceptaba a la gente sin importar su género, su raza, su religión o su orientación sexual. Y en esas noches de esplendor del recinto, convivían intelectuales, escritores, músicos, pintores, cantantes, actores, empresarios, heterosexuales, gays, lesbianas, travestis, drags, etc.
En una noche podías escuchar tocar a Café Tacvba, La Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio o Las Insólitas imágenes de Aurora (después Caifanes), sentarte en la mesa al lado de Carlos Monsiváis, escuchar a Pita Amor declamar una de sus famosas poesías y divertirte viendo a la misteriosa travesti Xóchitl«Reina de Reinas» (quién se dice, era una suerte de protectora-benefactora del lugar). Por allí también desfilaban las «Reinas Trans» de la Zona Rosa como Gina D’Bico y Naná, quienes partían plaza y se robaban la noche. Y si te descuidabas podías toparte con Andy Warhol, Divine o Grace Jones. Figuras como María Félix, Silvia Pinal y Lola Flores también desfilaron por esas agitadas noches de diversión del recinto.

La ya mencionada Kitsch Company, compañía de teatro-cabaret, estaba encabezada por Jaime Vite, publirrelacionista y hostess de el «9» y figura imprescindible cuando se quiere evocar aquellas noches de esplendor del recinto. Alejandra Bogue y Naná le acompañaban en los impactantes performances que organizaba.
Todo esto se aderezaba con un contexto social e histórico muy delicado en México (una severa crisis económica, un terrible terremoto que hirió gravemente a la metrópoli en 1985 y una epidemia que comenzó a cimbrar a la humanidad y a la comunidad LGBT+: el VIH / SIDA).

La vida después de «El 9»
A finales de 1989, tras más de una década de influencia cultural, «El 9» cerró sus puertas. Era un 06 de diciembre de 1989. Poco antes, en septiembre de ese mismo año, intentó abrir un espacio más grande llamado Metal, pero fue clausurado tras una semana.
Después de estos años de esplendor, Henri continuó con su trayectoria empresarial con otros recintos y proyectos. Incluso, quizá muchxs no lo sepan, pero también incursionó en la actuación. Tuvo un breve rol en un capítulo de la serie de horror y suspenso «Hora marcada», producida por Carmen Armendáriz para Televisa. Henri actuó en dicho capítulo junto a la actriz Carmen Salinas.
Después de casi tres décadas, en 2018 Henri intentó revivir aquella magia nocturna con «El 9 de Amberes», ubicado también en la Zona Rosa. Por desgracia, el recinto cerró durante la pandemia de COVID-19, en 2020.
La historia de «El 9» es la base para la crónica «Tengo que morir todas las noches», escrita por Guillermo Osorno en 2014. En 2019, la vida y legado de Henri quedaron plasmados en su autobiografía «La noche soy yo».
En 2024, el Museo del Chopo presentó la exposición «Las noches del 9», un sentido homenaje con material fotográfico inédito, a aquellas noches de encanto del legendario recinto.
Ese mismo año, la crónica de Osorno sirvió de inspiración para la serie streaming «Tengo que morir todas las noches». La vida de Henri inspiró un poco al personaje que interpreta el actor Brays Efe en el serial.
En su vida personal, Henri mantuvo una larga relación con el también empresario Alonso Guardado, cuyo deceso ocurrido en 2019, llenó de enorme pesar los últimos años de Henri. Sus últimos años los vivió en Cuernavaca.
Tras su fallecimiento, múltiples tributos destacaron su coraje, creatividad y el impacto duradero que tuvo en la diversidad, la cultura y el espacio público del país.
LECTURA SUGERIDA:
*Henri Donnadieu: «La noche soy yo», Editorial Planeta (2019).