Luis Miguel Romero
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Junio es el mes del año en el cual se conmemora a nivel internacional el Orgullo LGBT+. Las principales marchas, movimientos y festivales que celebran la diversidad sexual, se conmemoran justo en este mes del año.
Y pensar que todas estas manifestaciones diversas en pro de la libertad sexual comenzaron por una persona. Era una mujer afroamericana, trabajadora sexual y trans. Su nombre fue Marsha P. Johnson y esta es su historia.
Nació el 24 de agosto de 1945 en Elizabeth, New Jersey, Estados Unidos. Fue una de los seis hijos de Malcom Michaels Sr., empleado de la General Motors, y de Alberta Clairbone, quien trabajaba como ama de llaves.
Desde su infancia tuvo definida su identidad femenina, a pesar de haber nacido como varón. Desde esa corta edad, gustaba de vestirse y tomar actitudes propias de una mujer. Sin embargo, fue víctima de acoso y burlas. Incluso, Marsha llegó a afirmar que sufrió abuso sexual de parte de un adolescente.
Cuando tenía 17 años de edad se instaló en Nueva York y fue cuando comenzó a desarrollar su identidad de género feminina, escapando del rechazo, incluso de su propia madre. Se instaló en Greenwich Village, el llamado barrio gay de Nueva York, donde comenzó a trabajar como mesera.
En ese momento también llegó a ejercer el trabajo sexual. Marsha reveló que llegó a vivir situaciones muy extremas. Fue arrestada varias veces, recibió un disparo y sufrió un fuerte colapso mental en 1970.
Aquí cabe abrir un paréntesis para señalar que Marsha nunca se definió como una mujer trans (de hecho, ese término ni siquiera se empleaba de manera generalizada en esa época). Algunas veces se definía como drag queen, otras como travesti e incluso como gay.
En un principio, tomó el nombre de Black Marsha, pero luego lo cambió por Marsha P. Johnson. La letra “P”, según sus propias palabras, significaba para ella “No hagas caso”; el apellido Johnson lo tomó del restaurante Howard Johnson de la Calle 42.
Nunca se destacó tampoco por ser una mujer glamorosa. Por el contrario, su estilo era más bien desinhibido, informal y cómico. Era famosa por vestir túnicas sueltas y llevar tocados de flores en la cabeza.
En 1969, Marsha, al ser una asidua asistente del club nocturno Stonewall Inn (uno de los pocos clubs gay en la ciudad que admitía a drag queens y mujeres trans), formó parte de las manifestaciones que gente del colectivo LGBT+ realizó por las calles de Greenwich Village luego de una injusta e invasiva redada policial.
Es lo que la Historia ha llamado Los Disturbios de Stonewall, génesis de toda una serie de levantamientos de protesta de parte del colectivo LGBT+, que tendrán una resonancia internacional.
La mayor parte de los investigadores e historiadores afirma que toda la revuelta comenzó cuando Johnson arrojó una bebida a un espejo exigiendo sus derechos. Este valiente acto, la ha dejado grabada en la historia del colectivo LGBT+ internacional, y de la Historia en general.
Eventualmente Marsha se unió al grupo activista Gay Liberation Front y participó en la primera Marcha del Orgullo LGBT+ de Nueva York en 1970. En ese mismo año, organizó una polémica conferencia en la Universidad de Nueva York que terminó siendo cancelada por las autoridades.
Poco después Marsha y su amiga Sylvia Rivera, fundaron la organización Street Travestite Action Revolutionaries (STAR). Ambas se vuelven figuras omnipresentes en todos los eventos en pro del respeto y la libertad del colectivo LGBT+ en todo el país.
Marsha llegó a confrontar hasta físicamente a la policía y llegó a pisar la prisión. En 1972, ella y Rivera fundaron la STAR House, un refugio para niños homosexuales y trans y que ellas mismas mantenían con el dinero que obtenían en el trabajo sexual.
Marsha siguió presente como activista durante toda la década de los 1980s. Con la aparición del VIH/SIDA, Marsha también enfocó sus esfuerzos en luchar contra la pandemia.
Llegó a trabajar como actriz en la compañía de teatro Hot Peaches de Nueva York. También llegó a actuar con The Cockettes, un grupo de drag queens con sede en San Francisco. En 1975, el artista Andy Warhol la inmortalizó en una serie de fotografías Polaroid.
Para la década de los 1990s, Marsha comenzó a manifestar síntomas más severos de aquellos problemas mentales que le afectaban desde su juventud. Algunas versiones afirman que probablemente padecía algún tipo de esquizofrenia.
Poco después de un desfile del orgullo LGBT+, el 6 de julio de 1992, el cuerpo de Marsha fue hallado sin vida flotando en el Río Hudson. Las autoridades reportaron inicialmente un suicidio.
Sin embargo, varios amigos de Marsha (incluyendo a Sylvia Rivera), descalificaron esta versión, sobre todo después de que se reveló que el cadáver de Marsha presentaba una herida en la cabeza. Según una línea de investigación avalada por algunos testigos, Marsha había sido acosada y violentada por un grupo de matones.
Sin embargo, la justicia desestimó el caso. En 2002, 2012 y 2017, ocurrieron varios intentos fallidos por reabrir el caso de la muerte de Johnson y aclarar la verdadera causa de su deceso.
Marsha fue incinerada y sus cenizas arrojadas al Río Hudson por sus amigos.
La memoria de Marsha ha sido honrada de formas muy diversas, con tributos y homenajes en diferentes medios. Es interpretada por el actor Otoja Abit en la película «Stonewall» (Roland Emmerich, 2015) y por la actriz Mya Taylor en el cortometraje «Happy Birthday, Marsha!» (Tourmaline Sasha Wortzel, 2016).
Así mismo, su vida es plasmada en el documental «The Death and Life of Marsha P. Johnson» (David France, 2017). En 1995, su vida también se plasmó en la obra teatral «The Ascension of Marsha P. Johnson».
En 2019, al conmemorarse los 50 años de Stonewall, Marsha y Sylvia Rivera fueron plasmadas en un mural en Dallas, Texas. En ese mismo año, fue incluida en el National LGBTQ Wall of Honor, en Greenwich Village, Nueva York. En 2020, Google la honró con un Google Doodle.
Marsha P. Johnson es una figura muy importante al cual el colectivo LGBT+ a nivel mundial tiene que agradecer y honrar. Los pasos que gente como ella caminaron en el pasado, fueron la base para que ahora el colectivo LGBT+ pueda correr en materia de libertad, igualdad, derechos, respeto y dignidad.
Marsha P. Johnson es una protagonista crucial la sub-cultura LGBT+ y su vida y obra no podía quedar fuera de este espacio.