Estudio revela que el 98% de las adolescencias trans que inician un tratamiento hormonal lo mantienen años después.
¡Poder trans! Investigadores de Holanda publicaron en la revista «The Lancet» un estudio que evalúa la continuidad del tratamiento hormonal en menores de edad, de los 720 casos estudiados, 702 (es decir, un 98%) lo mantuvieron entre 3 y 6 años después, tiempo que dura el seguimiento en la mayoría de los casos.
El estudio s centra en personas que acuden al Centro de Disforia de Género en el Centro Médico de la Universidad VU de Ámsterdam, pionero y de referencia en estos tratamientos, que ha atendido a miles de personas trans. Donde se aplica desde hace más de dos décadas el conocido como «protocolo holandés», que se ha extendido a muchos otros países: cuando llegan adolescencias trans se les realiza una evaluación diagnóstica, tras la cual se les administra una medicación de supresión de la pubertad, lo cual detiene los cambios físicos asociados con la adolescencia, que pueden ser estresantes para las adolescencias trans, y les da tiempo para explorar su identidad.
Una cuestión que pocas personas conocen, es que dicho tratamiento es reversible. No obstante, si deciden seguir adelante, se les prescriben hormonas de afirmación de género, estas sí, con consecuencias irreversibles para quienes las toman.
Durante el estudio, la mediana de edad del comienzo del tratamiento fue de 14,1 años a quienes le asignaron género masculino al nacer y 16 para el femenino. El seguimiento duró hasta los 20,2 y 19,2 años (de mediana), respectivamente.
Los resultados arrojan que solo un muy pequeño porcentaje de quienes se sometieron a estos tratamientos hormonales se arrepienten después. Sin embargo, son cifras orientativas, ya que al basarse en prescripciones, es imposible saber cuántas de las personas realmente tomaron medicación. Además, al ser datos cuantitativos, les investigadores tampoco indagan en las razones de quienes dejaron los tratamientos: no necesariamente se tiene por qué deber a un arrepentimiento, puede haber efectos secundarios, por ejemplo.
Al respecto, Marianne van der Loos, una de las autoras del estudio, cree que los resultados son “tranquilizadores en el contexto de una mayor preocupación pública reciente con respecto al arrepentimiento de la transición” en personas trans. Como explican les autores, el tratamiento de supresión de la pubertad y el hormonal de afirmación de género para personas menores de 18 años se ha convertido en un tema de debate público, y en algunos países se han tomado medidas legales para prohibir o limitar su uso, como sucede en Estados Unidos y el Reino Unido.
“Aunque los estudios a corto plazo han demostrado los efectos beneficiosos del tratamiento de supresión de la pubertad para la salud mental y física de los adolescentes, faltan datos de seguimiento a largo plazo”, señalan.
Adrián Carrasco Munera, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y miembro del Grupo de Salud LGTBIQ+ de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria, considera que el trabajo complementa estudios previos en esta línea que “ya demostraron que no había evidencia científica para avalar la sospecha de la supuesta discontinuación de tratamiento hormonal en adolescentes”, lo que socialmente se conoce como personas que detransicionan.
“Los resultados del trabajo de Van der Loos van en la línea de los resultados de estudios previos y aportan evidencia en este campo que apoya el abordaje actual de los menores trans”, explicó Gilberto Pérez López, especialista de Endocrinología del servicio de Endocrinología y Nutrición y director del Curso Experto Universitario en Medicina Transgénero de la Universidad de Barcelona.
En Holanda, hasta los 16 años, los menores trans necesitan el permiso de los xadres para enfilar la vía médica del cambio que desean, que precisa de un informe psicológico previo. A partir de esta edad, la intervención de una persona especialista en psicología sigue siendo obligatoria, y al igual que con los menores, la presencia de un psiquiatra es requerida al menos una vez a lo largo del trayecto. En estos momentos, el promedio de espera es de tres años para conseguir la primera cita con el especialista médico una vez obtenido el imprescindible diagnóstico de disforia de género.