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Andry Hernández Romero relata cómo sobrevivió a la prisión de máxima seguridad CECOT tras ser deportado por error desde Estados Unidos

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Andry Hernández

El maquillista venezolano Andry Hernández relató el calvario que vivió por un acto de injusticia sucedido hace unos meses.

El venezolano Andry Hernández Romero, solicitante de asilo y activista abiertamente gay, rompió el silencio sobre los 125 días que pasó desaparecido en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) de El Salvador. Este, es considerado como una de las cárceles más temidas de América Latina. Hernández fue deportado bajo la administración Trump, pese a no tener vínculos con ese país.

En una entrevista concedida a Tim Miller para The Bulwark, Hernández Romero describió las golpizas, agresiones sexuales y la incertidumbre que enfrentó en este sitio. Esto tras ser identificado erróneamente por funcionarios de inmigración estadounidenses como miembro de la pandilla venezolana Tren de Aragua. La acusación se basó únicamente en dos tatuajes con las palabras “mamá” y “papá” acompañadas de una corona. Andry explicó que este símbolo representa a sus padres como “reyes” y es también un homenaje a un grupo de teatro del que formaba parte.

El maquillista de 31 años ingresó legalmente a Estados Unidos el 29 de agosto de 2024 mediante la aplicación CBP One, buscando refugio de la persecución anti-LGBT+ en Venezuela. Fue detenido de inmediato y, sin una audiencia, deportado en marzo a El Salvador bajo la Ley de Enemigos Extranjeros.

Según relató, ICE engañó a los detenidos sobre su destino final y, tras escalas en Honduras, llegaron a San Salvador un sábado por la noche, cuando los tribunales estadounidenses estaban cerrados. Apenas descendieron del avión, comenzaron las agresiones físicas.

Un bajo perfil en cuanto a su orientación sexual, para sobrevivir

En CECOT, Hernández Romero optó por mantener un perfil bajo sobre su sexualidad y adaptarse a la dinámica de sus compañeros para sobrevivir:

“En lugar de que se adaptaran a mí, preferí adaptarme a ellos… así el compañerismo fue más saludable”.

Con el tiempo, el grupo de 252 reclusos pasó de ser “extraños” a convertirse en “hermanos”, unidos por la oración, la protección mutua y el esfuerzo diario por mantenerse con vida.

Aunque confirmó que sufrió abuso sexual, evitó dar detalles por recomendación legal. También lamentó las narrativas falsas sobre su persona y llamó a la empatía:

“No podemos hacer leña con un árbol caído… a nadie le gusta que su nombre sea arrastrado por el barro”.

Su liberación, el 18 de julio, se dio como parte de un intercambio de prisioneros retrasado durante semanas. Organizaciones defensoras de inmigrantes, como el Centro Legal de Defensores de Inmigrantes, advierten que Hernández Romero sigue en riesgo en Venezuela. Legisladores como Robert García y Ritchie Torres han calificado la deportación como “cruel y peligrosa” y han prometido presionar por su seguridad y un posible retorno a Estados Unidos.

A pesar de todo, Hernández Romero asegura no guardar rencor hacia el país del que fue expulsado:

“Es un país que ofrece muchas oportunidades… el tiempo de Dios es perfecto. Espero que esta no sea la última entrevista. Hay un venezolano aquí que ama a Estados Unidos”.

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