«Disobedience» y la libertad para elegir qué hacer con la propia vida
Las normas dirigidas a la conducta humana son cánones del trato social, donde predomina la peculiar intencionalidad de privar, crecer y vivir en un combinado marcado por reglas políticas, éticas, jurídicas y religiosas.
Desde nuestra inocencia, la moral, el derecho y la trascendencia religiosa representan disposiciones de fuerza, en donde debemos de fluir con las masas.
Es entonces cuando tomamos conciencia de lo esencial, lo que queremos, lo que nos gusta… ¿hacia dónde vamos? Mi auténtico destino de lo que soy, el arquetipo social, la distopía, mi / el libre albedrío.
Disobedience, basada en la novela homónima del mismo título de la escritora británica Naomi Alderman, dirigida por Sebastián Lelio, Director de la película que ganara el Oscar en la categoría por mejor película de habla no inglesa por “Una Mujer Fantástica”, compartiendo el crédito del guion con la dramaturga británica Rebecca Lenkiewicz.
Protagonizada por las maravillosas actrices Rachel Weisz, quien ganó el Oscar como mejor actriz de reparto por la película “The constant gardener”, el carismático actor Alessandro Nivola (The Neon Demon) y Rachel McAdams nominada al Oscar en la misma categoría por “Spotlight”.
Análisis de la película
La película se desarrolla en el norte de una inmutable Londres, bajo el vestigio de una extrema ley patriarcal aunada a la religión judío ortodoxa, en donde un triángulo amoroso convertido en una vorágine de incertidumbres desata el deseo mediante la culpabilidad de las mentiras, en donde el sexo se vuelve placentero mientras sea en secreto y la fe no sea inquisidora.
Ronit Krushka (Rachel Weisz) regresa a su natal Londres, después de enterarse que su padre (Anton Lesser) ha muerto, vive en la cosmopolita ciudad de Nueva York donde se desempeña como fotógrafa, independiente, ella vive en la era moderna, en el aquí y ahora, el arte corporal que ella fotografía al principio de la película junto al discurso de su padre antes de morir da una clara división de las disimiles realidades de estos hombres que son parte de su mundo; siendo hija de un padre rabino el cual se desafiló años atrás.
Cuando Ronit va al sepelio de su padre se queda en casa de Dovid Kuperman (Alessandro Nivola), quien es un amigo de la infancia de ambas y el sucesor de la sinagoga de su padre siguiendo el legado, es un maestro en la Yeshiva en donde adquiere toda la reserva fría y la disciplina que el rol exige, el cual no se siente tan seguro de poder ejercer, se encuentra en medio de ambas bajo el escrutinio ortodoxo y el que dirán de la comunidad.
Ronit sin tener el conocimiento que su amiga Esti Kuperman (Rachel McAdams) está casada con Dovid esposa abnegada, callada e impoluta, se desenvuelve como profesora, se encuentra oprimida por el dogma de la religión en la cual nació, sumergida en el recuerdo que las unió desde niñas, reaviva sus sentimientos hacia Ronit los cuales nunca desaparecieron a pesar de estar física y geográficamente separadas, vive bajo la estela de las pelucas, la ropa, las miradas indagadoras de una comunidad ortodoxa en donde el papel de la mujer casarse, servir a su marido ser sumisa, sometida a los deseos de su esposo, tener hijos, y formar una familia, privada de su libertad y llena de miedos desencadena el deseo de la infancia por su amiga, la religión forma una coraza exigua para contener sus negados sentimientos por años.
Mientras que Ronit en un ambiente religiosamente hostil y en la cual se siente extraña, reclama su derecho a tener un duelo por la muerte de su rabino padre, exiliada y olvidada por todos hasta por su padre que la deshereda, Esti por su parte se aferra a sus vestimentas, a su silencio y sus pelucas siendo éstas una mordaza, una vital renuncia a sus sentimientos, sus profundos deseos y sus emociones.
El director Sebastián Lelio y Rebecca Lenkiewicz esgrimen “Disobedience” con una sensibilidad peculiar hacia el deseo femenino contra el patriarcado, en un ambiente helado en donde la intimidad de la mujer habita en halos de aislamiento sexual, condensan la textura de la trama adicionando pinceladas realistas que deberían de darle un mayor estímulo a las escenas a excepción del extraordinario trabajo realizado en la escena sexual entre ambas, creando un gran impacto por la temática de la película unificado al intercambio de fluidos, pues una de ellas escupe en la boca de la otra, evocando el orgasmo en una forma lúdica y hedónica de libertad sexual para Esti.
Se debe de realzar la formidable actuación de las actrices, que trasmiten de una forma natural y convincente la vida interna de los personajes, Ronit es una exiliada sin complicaciones del patriarcado y lo manifiesta de frente y de una forma poco cómoda entre los fieles ortodoxos, McAdams por su parte dinamita con sus miradas melancólicas y sus lágrimas detrás de las puertas, de ¿Por qué Esti permanece con su esposo en el mundo ortodoxo? aferrada a sus pelucas podemos ver en su rostro remolinos de emoción de una mujer que sufre por su situación existencial.
El reencuentro entre Ronit y Esti, por la tragedia de una muerte, enciende la pasión entre ambas con besos robados y a escondidas, una intimidad cada vez más etérea que desconcierta el precepto escrupuloso de este mundo, la palestra de emociones en “Disobedience” se muestra silenciada y los aposentos claustrofóbicos, es un drama potente y conmovedor con una fotografía calamitosa que hacen de esta película cuestionarte entre el querer y el deber, lo convincente y lo deseado, le da una colosal bofetada a nuestra sociedad en donde la mujer se ve relegada por tantas etiquetas sociales en un estado patriarcal y de creencias religiosas.
“Disobedience” te invita a reencontrarte íntimamente con la agonía de la fe, pero no su éxtasis potencialmente insólito y desconcertante que me insinúan a pensar y creer que el futuro es inclusivo y feminista.
Disobedience se encuentra disponible en la plataforma de streaming Netflix desde el 1 de agosto de 2021
Escrito original de: elclosetlgbt.com