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El peligro de los discursos transfóbicos disfrazados de «broma”

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¿Cuántas personas de la comunidad trans no escucharán alguno de estos “comentarios chistosos” antes de ser víctimas de algún acto de violencia?

Hoy en día, diversos factores de índole social y político, han exacerbado los sentimientos de odio y violencia en contra de la comunidad LGBT+. Y, como ha sido un factor recurrente, la comunidad trans es la que más se ha visto afectada por esta violencia sistemática. 

Es por ello que, ahora más que nunca, como sociedad en general, y como parte de la comunidad LGBT+ en particular, es importante poner el dedo en el renglón y repudiar cualquier tipo de acto o discurso que siga perpetuando esta violencia recurrente hacia la comunidad trans.

Dicha violencia se manifiesta día con día en diferentes formas, desde diferentes ámbitos y espacios. Uno de ellos son los medios de comunicación masivos. Y en este medio, nuestro presente está dominado por las redes sociales. En este sub-mundo, que nos escuda detrás de una pantalla, la violencia ha encontrado uno de sus bastiones principales. El anonimato que nos brindan estos espacios, en los que todxs sentimos que tenemos la verdad absoluta, es donde, por desgracia, los discursos de odio hacia la comunidad LGBT+ han encontrado uno de sus núcleos principales. Día con día, es cada vez más frecuente encontrarnos con comentarios, mensajes e imágenes que continúan perpetuando estereotipos y clichés negativos y erráticos hacia la comunidad.

Por suerte o por desgracia, (según la perspectiva desde la que se mire), es ahora cuando más debemos de tener cuidado con todo lo que publicamos. La responsabilidad es aún mayor para las figuras públicas. Actrices / actores, cantantes, presentadorxs, periodistas, deportistas o influencers, tienen la obligación de regular sus contenidos y respetar y proteger a sus seguidorxs. Es una máxima que todos deberían de asumir; son como las “letritas pequeñas” de un “contrato imaginario” que acompaña a la responsabilidad de ser “famoso”.

Discursos que fomenten la violencia o discriminación en cualquiera de sus expresiones (racismo, clasismo, xenofóbia, misoginia, LGBT+fobia, gordofobia, edadismo etc.) no deben de tener cabida en un medio en el que, se supone, todxs deberíamos encontrar un espacio para la diversión y el esparcimiento.

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¿Esto está bien o está mal? ¿Es una exageración como dicen aquellxs que se resisten al cambio? Eso no está a discusión. Es una realidad actual que debemos de asumir con todo lo que conlleva. ¿Vale la pena resistirse a este cambio? ¡Si pensáramos de esa manera, la humanidad nunca hubiera salido del oscurantismo! Además, si lo analizamos cuidadosamente, es un cambio que nos favorece a todxs. 

El hecho de que generaciones previas hayamos nacido y crecido con estos vicios de comportamiento y que, estemos “acostumbradxs” a ellos, no significa que están bien, ni mucho menos que las nuevas generaciones tengan que soportarlo y “aguantarse”. Antes decíamos “el gordito”, “la chaparrita”, “la negrita”, “el mariconcito” (incluso hasta con “cariño”) y asumíamos que esto no le causaba ningún daño a nadie.

¿Estamos seguroxs de ello? ¿Y si hubo gente que se sintió incómoda con ello? Lxs detractores les llaman “de cristal”, “que no aguantan nada”. Las preguntas aquí serían: ¿Y si dejamos de emplear estos términos, ¿Se acaba el mundo? No, no se acaba. ¿No podemos “vivir sin ellos? Claro que podemos. La humanidad seguirá caminando a las mil maravillas sin ellos. Es una simple cuestión de respeto.

Los riesgos de los discursos transfóbicos irresponsables

Como se mencionó previamente, la comunidad trans es la más susceptible a ser vulnerada en todos los medios y todos los ámbitos. 

Por desgracia, estamos llenos de chistes de índole transfóbico que, justificados en “es una broma”, no miden el impacto negativo que pueden generar.

La irresponsabilidad de hacer una “simple broma”, puede tener consecuencias fatales. Incidir en replicar estos chistes y comentarios, lo único que provocan es que los discursos de odio se sigan esparciendo. La gente normaliza este tipo de violencia verbal; personas y grupos transfóbicos los utilizan para seguir desinformando y perpetuando ideas absurdas y retrógradas contra las minorías sexuales.

¿Cuántas personas de la comunidad LGBT+ en general, y de la comunidad trans en particular, no escucharán alguno de estos “comentarios chistosos” antes de ser víctimas de algún acto de violencia? O peor aún: ¿Cuántas de ellas será lo último que escuchen antes de encontrarse con la muerte?

Y no es ninguna exageración. Los transfeminicidios y crímenes de odio han aumentado considerablemente en México y en el mundo en los últimos años. Son cifras alarmantes. El panorama político y social actual, en algunos países, no ha ayudado en nada a frenar esta estadística. Por poner un solo ejemplo: La esperanza de vida de las mujeres trans es de sólo 35 años. ¿Aterrador, verdad?

Por ello, es completamente irresponsable, insensible e ignorante, postear en redes este tipo de discursos transfóbicos. Y el hecho de que vayan “disfrazados de broma”, no los justifica, ni los hace menos violentos, peligrosos y dolorosos. Es de completo mal gusto subir bromas hacia un grupo que, históricamente y actualmente, está siendo brutalmente violentado y privado de derechos humanos. Fomentar estos discursos, tanto como quedarse calladx, te hace parte del problema.

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Luis Miguel Romero
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