Mañana va a salir una entrevista en que podremos ver a Elliot hablando con Oprah acerca de su transición. No necesito ver la entrevista completa para hablarte de ella, ya que con dos minutos de cortos me transmitió un montón de información por medio de sus emociones. Nuestras neuronas espejo, nos dan esa capacidad de empatizar con otra persona y sentirnos en sus zapatos. Es imposible no sentirse conmovida y ver reflejada mi propia experiencia. A veces la gente me pregunta “si ya leí alguno de los maravillosos libros en que la gente relata su transición”, y les respondo: “no lo leí, lo viví”.
También es inevitable ver los comentarios de la gente -con los cuales es inútil enredarse- en donde se malentiende todo: “Se ve que es una persona inestable” o “Es claro que está confundido y al transicionar se está auto flagelando”. Ya sé, indignante. Ya lo dije en otro artículo, por más que una persona tenga los medios para hacer un poco más “llevadera” su transición, no he visto a alguien cuyo proceso no haya cimbrado hasta los huesos en algún momento. De ese tamaño es la prueba de la transexualidad.
La transición tiene muchas capas, interpretaciones y lecciones de las que nos podemos beneficiar, pero es la presión que convierte al carbón en diamante, una presión a veces insoportable. Creo que el entenderla así es lo que me ha ayudado a soportarla y hasta abrazar a la locura cuando se presenta, convirtiéndola en mi aliada. Veo a esta enorme prueba como un proceso mágico de crecimiento acelerado, donde se hacen añicos los demenciales dogmas sociales y se traspasan los límites que la sociedad solita se impone, desde ese tremendo miedo que la caracteriza.
Si pudiera resumir el sentimiento de la sociedad hacia la población trans sería que “no debemos existir”. Y lo manifiestan muy bien, porque cuando no te violentan en la calle, te cierran toda oportunidad de trabajo, hasta que te extingas por asfixia. Es una manera muy cobarde, porque se queda impune y además pasa desapercibida (para todos menos para la ley del Karma). Desde el privilegio, es muy fácil ver todo al revés y encima llevarte entre las patas a los demás. Recuerden que la sociedad ha atacado históricamente a cualquiera que viene a traernos conceptos más elevados. Schopenhauer habló de las etapas de la verdad: Primero se le ridiculiza, luego se le ataca violentamente, y al final, se le reconoce como evidente en si misma.
Cuando las grandes tradiciones nos hablan de que este mundo está lleno de confusión, que es una ilusión a los sentidos y que debemos luchar por traspasar ese velo, no es una metàfora. Maya, Samsara, incluso Matrix, llámale como quieras, pero no cometas el error de pensar que no es real. La confusión en estos tiempos es terrible, todo se entiende al revés. Las personas trans, por nuestra condición, nos vemos catapultadas a una velocidad vertiginosa a través de ese velo, pero solo si sabemos ver esa oportunidad la podremos aprovechar.
Elliot está utilizando su posición privilegiada como persona pública, no para su beneficio, sino para hacer conciencia de un tema que necesita de atención urgente. Por ti y por mí, es capaz de enfrentar al mundo y mostrarse vulnerable, sabiendo que va a ser blanco de ataques y la más alta estupidez de la cual es capaz la sociedad, viene a compartirnos su experiencia para acelerar el proceso del que habla Schopenhauer. Veo en él un hombre sumamente valiente.
Cuando atraviesas el velo de la Matrix, quien más sabe o quien más tiene, lo utiliza para ayudar más, quien parece más vulnerable, es el más valiente si actúa a pesar de su vulnerabilidad, y las lágrimas no son de debilidad, sino de fuerza…