Hace 20 años ocurrió la primera unión civil entre una pareja gay (conformada por dos hombres) en Argentina.
¡Mis matrimoniadas! El 18 de julio de 2003 César Cigliutti y Marcelo Suntheim se convirtieron en la primera pareja gay de América Latina reconocida legalmente, esto ocurrió en Argentina. A continuación, les traemas un breve relato sobre el contexto que se vivía en aquella época.
“Lo que se me viene a la mente enseguida es el contexto internacional, que le da más valor a la conquista porque recién en el año 2001 Holanda aprobó una ley de matrimonio y Bélgica a finales de 2002. En España y en dos o tres estados norteamericanos se estaba discutiendo la unión civil. O sea, en el mundo los países que tenían algún tipo de regulación de parejas del mismo sexo estaban contados con los dedos de una mano y específicamente no había ningún antecedente en América Latina y el Caribe”, declara Marcelo Suntheim.
La Ley 1004, que establecía la figura de la unión civil, fue sancionada en la madrugada del 12 de diciembre de 2002 por la Legislatura porteña y establecía la creación de un registro público exclusivo para uniones civiles formadas “libremente por dos personas, con independencia de su sexo u orientación sexual”. La posibilidad de inscribirse en ese registro les otorgaba a las parejas (tanto homosexuales como heterosexuales) el derecho de obtener un certificado de acreditación de la convivencia y de esta manera el acceso a beneficios: obra social, créditos en común y días de licencia por enfermedad de la pareja.
“Uno de los problemas que resolvía la ley al reconocer nuestros vínculos tenía que ver con la discriminación en el cuidado de la salud que afrontaba la comunidad LGBTIQ. En los 70, 80 y 90 con la pandemia del VIH-Sida moría mucha gente. El cóctel era muy precario y además había muy baja adherencia a los tratamientos. Las pastillas eran tan fuertes que se abandonaban los tratamientos. Entonces, no solo las complicaciones de tener SIDA, con el estigma que eso significó siempre e ir a internarse al hospital, sino que encima tu pareja no podía visitarte. Muchísimas personas no pudieron acompañar en el lecho de muerte, sobre todo a quienes fallecieron por VIH, porque la médica o el médico no nos aceptaba como familia o como alguien que tuviera derecho a entrar a la terapia intensiva. Lo mismo ocurría frente a un accidente. Nuestras familias que no nos dirigían la palabra y nos habían echado de nuestras casas por ser putos, tortas y travas eran los únicos que tenían la facultad de decidir sobre nuestra salud. La pareja que nos había cuidado de pronto no era nadie frente a la ley para decidir si te operaban o te transfundían sangre”, recuerda Marcelo.
“Lo que se reclamaba era la protección legal de nuestras parejas y el respeto por nuestro estilo de vida en pareja. No se buscaba la asimilación a todas las familias o tener conductas parecidas a los heterosexuales. Lo que buscábamos era una ley que diera derechos y que protegiera nuestro propio estilo de vida”, agrega Suntheim.
Días antes de la primera exposición mediática, Marcelo llamó a su padre y a su madre para contarles que era gay y que iba a pelear por sus derechos. El resto de la familia y sus amistades se enteraron por los diarios.
“Mi papá me ayudaba económicamente para que me pudiera dedicar a estudiar Ingeniería, que es una carrera muy exigente. Pero después de esa conversación las relaciones se cortaron y tuve que salir a buscar empleo. Cuando empezaron las salidas mediáticas se hizo más difícil. No conseguí trabajo durante casi siete años después de la unión civil», aseguró Marcelo.
La primera unión civil entre dos hombres en América Latina fue noticia para medios nacionales y extranjeros, que viajaron exclusivamente al Registro Civil de la calle Uruguay al 700 en la ciudad de Buenos Aires a retratar el momento. César y Marcelo se vieron en tapa de un diario ruso y en The New York Times, por mencionar algunos.
Meses después, legisladores de Estados Unidos, de Inglaterra y de otros países de Europa aterrizaron en Argentina para estudiar las condiciones y estrategias que habían permitido aprobar el proyecto de unión civil entre personas del mismo sexo en un continente bastión del catolicismo.
La estrategia parlamentaria que se propuso fue abordar cuerpo a cuerpo, legislador/legisladora por legislador/legisladora explicando/detallando los problemas cotidianos que enfrentaban las parejas convivientes homosexuales.
“Nunca se había hecho eso antes. Parece una obviedad pero no lo es, ni siquiera al día de hoy. Es un trabajo muy arduo que lleva tiempo. Recuerdo que hicimos la cuenta de los días hábiles de cada mes y del año, y cuántas entrevistas por semana necesitábamos para llegar a hablar con los sesenta y pico de legisladores. Teniendo en cuenta además que muchos no querían recibirnos. Si eso ocurría íbamos a los diarios a denunciar que tal legislador discriminaba. En el contexto del `Que se vayan todos´ era socialmente muy reprochable que los políticos no se reunieran o no trataran proyectos”.
Por ello, el 18 de julio de 2003 se hizo historia en cuanto a derechos de las poblaciones LGBT+ de América Latina se refiere, porque la Ley 1004 de Unión Civil de la ciudad de Buenos Aires fue un antecedente regional para el tratamiento de diferentes normas de protección civiles y matrimoniales para parejas del mismo sexo conquistadas más adelante.