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Luis Solís: joven gay que usó la inteligencia artificial para enfrentar el odio y la homofobia

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En un pequeño barrio de Chignahuapan, Puebla, la vida de Luis Solís parecía transcurrir con normalidad. A sus 27 años, este joven gay, creador de contenido digital y soñador por naturaleza, enfrentaba desafíos cotidianos que jamás imaginó que lo llevarían a una batalla por su vida, su dignidad y su derecho a existir sin miedo. Hoy, su historia es una lucha contra el odio, la violencia y la indiferencia institucional, pero también una muestra de cómo la resiliencia puede surgir en los momentos más oscuros.

Violencia familiar homofóbica

Luis aún recuerda el sonido de los golpes en la puerta de su casa aquel 30 de abril de 2024. Gustavo «N», su vecino, estaba furioso porque Luis le había pedido que moviera su auto, estacionado constantemente frente a la entrada de su hogar. Lo que comenzó como una petición cortés pronto se tornó en un estallido de insultos y violencia. “Pinche puto, maricón de mierda”, le gritaba Gustavo mientras lo empujaba contra la pared.

La agresión escaló cuando Gustavo tomó un pico de los que Luis usaba para tareas domésticas y lo golpeó en la cadera. La herida no solo fue física. Cada palabra, cada mirada, estaba cargada de odio. “En ese momento no sentí el dolor físico, sino el peso de ser quien soy en un lugar donde eso es motivo de ataque”, dice Luis, evocando la escena con un tono pausado.

Su madre intentó intervenir, pero también fue agredida. “Sentí que ni siquiera mi hogar podía protegerme. Ese día entendí lo que significa ser prisionero del miedo”, reflexiona.

El hogar que dejó de ser refugio

La violencia no se detuvo ahí. Los meses siguientes fueron un recordatorio constante de que Luis no podía bajar la guardia. Sus propios familiares, encabezados por su tío César «N», lo atacaron verbal y físicamente, convirtiendo su entorno inmediato en un campo de batalla. “Mi tío, alguien que debería protegerme, lideró los insultos y las agresiones. Incluso involucró a otros familiares y menores de edad para hostigarme”, relata.

El 5 de enero de 2025, la violencia alcanzó un nuevo nivel. Mientras limpiaba un terreno con sus abuelos, César y otros cómplices lo golpearon hasta dejarlo inmóvil en el suelo. “Escuché a mi tío gritar: ‘¡Mátalo de una vez, es una mierda!’. Fue como si quisiera borrar mi existencia”, comparte Luis. Su abuelo, al intentar defenderlo, también fue agredido, dejando una hematoma visible en su rostro. Incluso su abuela, una mujer mayor con bastón, fue intimidada y empujada.

La tecnología al rescate

En medio de este caos, Luis encontró un aliado inesperado: la inteligencia artificial. Ante la ineficiencia y el desprecio de algunos abogados tradicionales, recurrió a ChatGPT para estructurar sus denuncias y comprender los procesos legales. “Jamás pensé que una herramienta tecnológica me ayudaría tanto. Me permitió documentar mi caso con precisión y presentar pruebas que no hubieran sido consideradas de otra manera”, explica.

Gracias a esta estrategia, Luis logró que su caso fuera atendido por la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos con perspectiva de diversidad. “Fue un pequeño rayo de esperanza en un proceso que parecía diseñado para desgastarte”, comenta.

Pruebas y resistencia

Luis no ha dejado nada al azar. Ha reunido un conjunto sólido de pruebas: videos, fotografías, testimonios y documentos médicos que respaldan sus denuncias por lesiones, violencia familiar y discriminación por homofobia. Sin embargo, el camino ha estado lleno de obstáculos. “Un funcionario minimizó mi caso desde el principio. Me dijeron que mis traumas eran cosa del pasado, como si eso justificara lo que estaba viviendo”, recuerda con indignación.

A pesar de las medidas de protección dictadas a su favor, Luis ha enfrentado violaciones constantes a estas órdenes. Incluso los policías municipales, quienes deberían velar por su seguridad, han mostrado negligencia. “Cuando mostré las medidas de protección, intentaron llevarme detenido a mí bajo el argumento de una riña, ignorando completamente lo que estaba ocurriendo”, relata.

Un llamado a la acción

A través de plataformas como GoFundMe, Luis ha buscado apoyo para enfrentar los costos legales y emocionales de su lucha. Su mensaje es claro: “Esto no es solo por mí. Es por todas las personas LGBT+ que han sufrido violencia y no se atreven a alzar la voz. Quiero que sepan que no están solas”.

Aunque su caso aún está lejos de resolverse, Luis se mantiene firme. “He aprendido que la justicia no siempre es inmediata, pero no podemos detenernos. Cada paso cuenta”, afirma con determinación.

Puedes sumarte a la causa aquí: https://gofund.me/d5d674a1

¿Qué te motiva a seguir adelante?

Mis abuelos, mi madre y todas las personas que han compartido su apoyo y su empatía conmigo. Ellos son mi refugio y mi motor.

¿Qué mensaje darías a quienes viven situaciones similares?

Que busquen ayuda y no se den por vencidos. Hay herramientas, organizaciones y personas dispuestas a apoyar, incluso cuando parece que no hay salida.

¿Qué esperas del futuro?

Un espacio donde las personas puedan vivir libres, sin miedo a ser quienes son, y donde la justicia deje de ser un privilegio para convertirse en un derecho real.

Luis Solís no solo es un sobreviviente de violencia; es un símbolo de lo que significa luchar con todas las herramientas a la mano, incluso cuando el sistema parece estar en tu contra. Desde el momento en que decidió no callar, su vida dejó de ser únicamente suya para convertirse en una denuncia viviente de lo que enfrentan miles de personas LGBT+ en México. “No busco ser héroe ni mártir, solo quiero justicia, porque sé que mi historia no es la única. Y si con mi voz puedo inspirar a alguien más a levantar la suya, entonces todo esto habrá valido la pena.”

Puedes sumarte a la causa aquí: https://gofund.me/d5d674a1