En el lenguaje del escenario se pueden hacer preguntas tan complejas y ser respondidas de la manera más simple.
Hassel Sara
x @hassel_sara3
En su medio de expresión hay diversidad de posturas; desde la creatividad más turbia del loco o la complejidad del conservador más técnico. Mismos que se justifican con la representación de lo imaginario en lo terrenal.
Por eso mismo, Lun, quien apenas comprende una consciencia de 4 años «aparentemente» empieza a indagar en las ideas más abstractas de la cotidianidad. números, definiciones, acotaciones, Dios ¡Y hasta la ruptura de la cuarta pared!
Preguntas que al pasar de los siglos mantienen una postura más fresca y rebuscada, y que en esta obra termina siendo lo menos importante, pues en la conjunción se desencadena lo absurdo, tal como naturalmente lo haría una infancia.
Es una puesta que cumple en excelencia la comedia del sinsentido; la ambientación que cada línea maneja logra que la cereza del pastel sea una genuina carcajada con palabras sencillas como «silencio» o «tres».
La manifestación teatral del ritmo, los detalles técnicos y el carácter histriónico (principalmente del paralelismo protagónico) son destacables en su esencia.
Cabe decir que es una obra complicada, no por el hilo dramático o el vaivén del texto; más bien remonta al estado de ánimo, ya que si en un principio no logra cautivar en su absurdo, puede caber en lo poco disfrutable.
En breve nos damos cuenta de que no va estructuralmente hacia ningún lado, y que al repetir este elemento (y los mismos chistes) da el tiempo suficiente para predecir lo que podría justificar el clímax emocional.
Hablar de infancia, muerte, existencia o abusos, es de delicadeza por la magnitud del tópico. Y en esta obra lo vemos resuelto en todos sus polos; abordado de manera burda y bruta, con un planteamiento sin resolución o con una respuesta en lo emocional.
Tengo la imágen grabada de ver compañerxs adeptos al teatro muy confundidos al desalojo de la sala, pero con un buen sabor de boca por el reposo que había en su espíritu a partir de la risa.
¡No se mal entienda! Es una obra muy disfrutable y divertida.
La persona loca y más creativa se regocijará en un recorrido surreal, y el técnico más conservador odiará la constante duda del flujo dramático. Pero ambas posturas guardan una infancia interior que es importante visualizar, y que esta obra nos pone nuevamente en foco.
«Lun» de Valeria Fabbri, Dir. Jesús «Chucho» Díaz, Cía. ¡Pamplinas! Teatro