La verdad es que todo fue producto del sonido que hacía la silla cuando Paul Rudd se movía.
La mujer que lo entrevistaba con motivo de su nueva película Ant-Man, no pudo parar de reír porque nunca le había sucedido eso en una entrevista.
El actor lejos de apenarse, jugó con lo sucedido y todos en el set murieron de la risa.
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