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Rostros LGBT+: Luis González de Alba

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La figura del activista, escritor y empresario Luis González de Alba, tiene una gran importancia en eventos sociales históricos que marcaron rumbo en el México contemporáneo.

Luis Miguel Romero
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En la Historia contemporánea de México, hay un episodio que marcó profundamente el curso político y social del país: La Masacre de Tlatelolco de 1968. La noche del 2 de octubre de 1968, decenas de estudiantes mexicanos fueron brutalmente asesinados, y otros tantos más, aprehendidos y torturados, por órdenes de un gobierno represor que buscaba callar las voces de un sector de la sociedad que pugnaba por justicia social.

Diez años después, ocurrió otro momento histórico trascendental en el país, específicamente dentro de la comunidad LGBT+: El 26 de julio de 1978, un contingente de personas del colectivo LGBT+, marchó por primera vez en las calles de la capital mexicana para exigir justicia, respeto y reconocimiento social ante la sociedad y el gobierno mexicano. Fue el crisol de la Marcha del Orgullo LGBT+ de la Ciudad de México.

Ambos hechos históricos tienen algo en común: un personaje que formó parte crucial de ambos movimientos. En esta ocasión, en este espacio, recordamos la vida y obra del escritor, empresario y activista mexicano Luis González de Alba.

Aquellos días y aquellos años…

Luis González de Alba nació el 6 de marzo de 1944 en Charcas, San Luis Potosí, México. Fue el hijo mayor de Luis González Iracheta y de Esther de Alba, ambos de origen jalisciense.

Luis emigró a la Ciudad de México para estudiar psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Aunque concluyó la carrera, nunca la ejerció, pues se integró al Consejo Nacional de Huelga, el cual encabezó el Movimiento Estudiantil de 1968. Durante ese periodo, Luis, que era abiertamente homosexual, mantuvo una relación con José Augusto “Pepe” Delgado, un médico veterinario, al cual consideró el amor de su vida.

La noche del 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, en la Unidad Habitacional Tlatelolco, Luis fue aprehendido por el ejército y encarcelado en el penal de Lecumberri durante dos años. Fue en prisión, cuando Luis escribió la que quizá sea la más emblemática de todas sus obras: “Los días y los años”, libro en el que relató su terrible experiencia en Tlatelolco. En prisión también aprendió el idioma hebreo. Tras salir de prisión en 1970, se autoexilió, primero en Chile, y posteriormente en Argentina y Brasil.

En defensa férrea de la comunidad LGBT+

En 1973, Luis conoció al actor Ernesto Bañuelos, con quién inició una larga relación que se prolongó por más de una década. En 1975, Luis publicó para la revista “Siempre!”, el primer manifiesto mexicano en defensa de los homosexuales. Este proyecto lo realizó en conjunto con la activista y directora teatral Nancy Cárdenas y con el escritor Carlos Monsiváis. Luis militó junto con Nancy y otros más, dentro del Frente de Liberación Homosexual, primera organización social en favor del colectivo LGBT+. Esta organización fue una de las piedras angulares que motivaron la realización de la primera Marcha del Orgullo LGBT+ de la Ciudad de México en 1978.

A la par de su faceta como activista, Luis continuó con su faceta de escritor. En 1979 publicó la novela “Y sigo siendo sola”. Simultáneamente, junto con Ernesto Bañuelos, inició su faceta como empresario. Inspirado en lugares leather para público gay de los Estados Unidos, Luis abrió en una plaza de Avenida Insurgentes Sur, la Tienda del Vaquero, establecimiento donde se vendía literatura, películas y revistas dirigidas al público gay. Este proyecto derivó en La Cantina de El Vaquero, un bar gay que se convirtió en el primero en proyectar películas porno gay y tener un cuarto oscuro.

Presencia en la literatura

Cuando la pandemia del VIH / SIDA azotó a la comunidad gay, Luis, con el apoyo del Dr. Luis Guillermo Juárez, comenzó a impartir pláticas y talleres sobre el tema para concientizar a la comunidad gay.

Durante la década de los 1980s, Luis se mantuvo activo en la literatura, lo mismo con novelas, que con cuentos y ensayos. Entre lo más destacado de su obra se encuentran “El vino de los bravos” (1981), “Malas compañías” (1984) y “Bases biológicas de la bisexualidad” (1985).

En 1983, Luis se tomó un año sabático en París. Al volver a México, se convirtió en parte de los fundadores del diario “La Jornada”, proyecto que surge bajo la iniciativa del político y periodista Carlos Payán. Por más de una década, Luis escribió en “La Jornada” la columna “La ciencia en la calle”.

«Los martes de El Taller»

En 1986, Luis y Ernesto Bañuelos se asociaron con Daniel Escalante y Andreas Zeiby para abrir el bar gay El Taller, ubicado en un sótano de la Zona Rosa de la capital mexicana.

Allí inició el proyecto “Los martes de El Taller”, una serie de charlas, conferencias y otras actividades que se sumaban a la lucha y prevención contra la pandemia del VIH / SIDA. Allí surgió, en 1987, la Fundación Mexicana para la Lucha contra el SIDA, la cual tuvo a Luis, a la escritora Guadalupe Loaeza y a otrxs más como sus fundadores. Paradójicamente, Ernesto Bañuelos, su pareja, falleció en ese mismo año a causa del SIDA. Tras la muerte de Ernesto, a quien sus familiares separaron de Luis en sus últimos días, este se volcó a exigir como derecho el concubinato para las parejas del mismo sexo.

Luis también participó en la fundación de los partidos políticos Socialista Unificado de México (PSUM), Mexicano Socialista (PMS) y de la Revolución Democrática (PRD). Férreo militante de la izquierda política, eventualmente fue uno de sus críticos más agudos.

Durante la década de los 1990’s, publicó obras como “Agápi mu (Amor mío)» (1993), “Los derechos de los malos y la angustia de Kepler” (1998) y “Cielo de invierno” (1999). La primera, fue adaptada al cine en 2004 con el título de “El malogrado amor de Sebastián”, bajo la dirección de Jaime Humberto Hermosillo. Durante esa época, también se le relaciona sentimentalmente con el DJ Carlos Arizmendi.

Limpiando la memoria

En 1997, Luis publicó en la revista “Nexos” el ensayo “Para limpiar la memoria”, en el que señala las imprecisiones históricas en las que la escritora Elena Poniatowska incurrió en su libro sobre la Masacre de Tlatelolco “La noche de Tlatelolco”. Luis, quién dio su testimonio a Elena durante su cautiverio en Lecumberri, señaló errores de la autora y le solicitó su corrección. Ante la negativa inicial de Poniatowska, Luis demandó a la autora ante la ley. Resultó victorioso, y Poniatowska tuvo que corregir y reeditar su libro. Esto le costó a Luis su salida del diario “La Jornada” y le acarreó una enemistad con Poniatowska y Carlos Monsiváis. Eventualmente se unió al equipo de columnistas del diario “Milenio” con la columna “Se descubrió que…”.

Luis se mantuvo activo como escritor y activista durante la siguiente década. Publicó “La orientación sexual: reflexiones sobre la bisexualidad originaria y la homosexualidad” (2003), “Cuchillo de doble filo” (2008), “Otros días, otros años” (2008), “Olga” (2010) y “No hubo barco para mí” (2013), entre otros.

También realizó agudas críticas al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y al caso de los normalistas de Ayotzinapa.

 

2 de octubre no se olvida

Desde hacía años, Luis vivía con VIH, además de desarrollar vértigo, enfermedad que lo llevó a dejar la Ciudad de México e instalarse en Guadalajara.

El 2 de octubre de 2016, 48 años después de los eventos de Tlatelolco, Luis González de Alba se quitó la vida con una herida de bala en el tórax en su casa de Guadalajara. Tenía 72 años de edad.

Previamente había dejado arreglado sus asuntos con la editorial Cal y Arena sobre los derechos de su obra. Pidió no ser velado y que su cuerpo fuera cremado. Al momento de su muerte dejó dos obras póstumas: “Mi último tequila” y “Tlatelolco: Aquella tarde”.

No solo la comunidad LGBT+ mexicana tiene en Luis Gonzáles de Alba a uno de sus más grandes valores en el ámbito cultural y social. Su partida también privó a México y a la literatura de Habla Hispana de uno de sus más grandes, comprometidos y críticos autores. Por fortuna, el legado literario de Luis Gonzáles de Alba, es un regalo eterno para el público. Y este es solo un breve, pero sentido homenaje a su vida y su carrera.