En esta ocasión, en este espacio que honra la vida y obra de destacadas figuras de la comunidad LGBT+ de México y del mundo, es momento de hablar de la activista, filántropa y muy carismática Samantha Flores.
Luis Miguel Romero
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Samantha Flores García nació en Orizaba, Veracruz en 1932. Fue criada por sus padres junto a tres hermanos. Samantha afirma haber tenido una infancia absolutamente plena y feliz.
Desde su infancia, tuvo definida su identidad femenina. Obviamente en su adolescencia se percató que su identidad sexual era algo complicada en una sociedad conservadora como la de su ciudad natal.
Emigró a la Ciudad de México en 1951 para cursar sus estudios de preparatoria. Fue en la capital mexicana cuando inició su transición (palabra que, por cierto, en esa época no se utilizaba).
Ser mujer trans en los años 1950’s
Hablar de ser una mujer trans en aquellos tiempos, era algo impensable en la sociedad mexicana. Las condiciones laborales eran delicadas. ¿Cómo podía florecer una mujer trans en un ambiente en donde parecía tener todo en contra?
Samantha trabajó por mucho tiempo en el ramo de la hotelería. Eventualmente comenzó a trabajar en un bar del barrio de San Ángel de la capital mexicana. Esto le abrió las puertas de la vida nocturna.
Durante años, fungió como publirrelacionista de diversos espacios y se relacionó con gente del mundo del entretenimiento y la vida nocturna.
Samantha vivía en pareja, y afirma encontrar en ello un enorme apoyo, pues de estar sola, le hubiera costado más trabajo florecer en la vida.
Samantha fue de las primeras mujeres trans en mostrarse tal cual en la vida pública mexicana. Ella vivió el esplendor de la Zona Rosa de la ciudad, no solo como el nicho para el colectivo LGBT+, sino como núcleo de la vida social y cultural de la capital mexicana.
Samantha afirma que ella fue de las primeras mujeres trans en tener acceso en restaurantes, bares, centro nocturnos y otros espacios públicos que estaban vedados para ellas.
El camino del activismo
Fue la epidemia del VIH / SIDA, la que marcó el camino de Samantha y la acercó al mundo de la filantropía. Ella afirma haber perdido a muchos amigos cercanos por esta terrible pandemia.
Samantha se sumó entonces a causas filantrópicas en favor de las personas con VIH / SIDA, las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez y los niños. Durante mucho tiempo, Samantha recolectó fondos para apoyar a la Fundación Ser Humano, que apoya a niños con VIH / SIDA.
Ella se paraba afuera del Hotel NH de la Zona Rosa, donde se representaba la obra «Los monólogos de la vagina», para recaudar fondos para su causa.
Samantha puso su atención en los adultos mayores. Y dentro de la comunidad LGBT+, la situación es aún más crítica. ¿Dónde poder pasar sus últimos días aquellas personas LGBT+ que se quedaron sin hogar, desamparados por la familia y la sociedad, y en muchos casos, sin algún tipo de entrada económica o aquejados por enfermedad?
Con ayuda de sus amigos Jorge de la Rosa, Kiko y Alex Villalobos, Samantha comenzó a dar forma a su sueño de crear una casa de retiro para personas adultas mayores LGBT+.
Vida Alegre-Laetus Vitae
Tras muchos años de lucha y de perseverancia, en al año 2012, Samantha consolidó la Asociación Civil Laetus Vitae Vida Alegre, cuyo mayor logro ha sido la fundación de Vida Alegre: Casa de Día para el Adulto Mayor, un espacio concebido originalmente para brindar asilo a las personas adultas mayores del colectivo LGBT+.
Vida Alegre Casa de Día para el Adulto Mayor, es el primer espacio de su tipo en toda América Latina. Se trata de una casa de retiro y albergue originalmente concebido para personas adultas mayores del colectivo LGBT+ en situación de vulnerabilidad.
La casa brinda techo, alimentos, apoyo médico, psicológico y espacios de cultura y entretenimiento para todos sus habitantes. Aunque concebida originalmente como un espacio para personas de la diversidad sexual, el espacio no discrimina. Personas heterosexuales en condiciones vulnerables, también son bienvenidas en este espacio.
La labor para su mantenimiento no es sencilla. Samantha ha logrado que muchas personas, asociaciones públicas y privadas y hasta los medios, se interesen en apoyar su noble labor.
El espíritu altruista de Samantha, le ha hecho ganadora del aplauso generalizado de la sociedad. La comunidad LGBT+ le ha mostrado de diversas maneras su agradecimiento y respeto.
Samantha además, es un caso único en una sociedad mexicana donde, tristemente, la esperanza de vida de las personas trans es de máximo 37 años. A sus más de ocho décadas de vida, luce plena y espléndida.
Entre los muchos reconocimientos que Samantha ha recibido, se encuentran su nombramiento como Embajadora de la Dignidad en la Marcha LGBT+ de la Ciudad de México, en 2012; un homenaje en Madrid, España, dentro del Festival Transexualia, en reconocimiento a su aportación al colectivo trans, en 2016, y el reconocimiento del Fondo Internacional Trans y del Latin American Pride por su labor por los derechos trans y los adultos mayores, en 2021.
«La felicidad en la que vivo»
En 2019, Samantha fue objeto de un homenaje a través de un documental biográfico del cineasta Carlos Morales titulado «La felicidad en la que vivo», el cual forma parte de la colección de documentales de Ambulante, y que fue galardonado con el Premio Ariel de la Academia Mexicana de Cinematografía, a mejor cortometraje documental en 2019.
Por si fuera poco, Samantha también ha incursionado en el modelaje en los años dorados de su vida. En 2020, posó para la revista «Vogue», en su edición mexicana, como parte de una campaña de prestigiosa marca de ropa de lujo.
Aplausos de pie para la labor de Samantha Flores, quién hoy se consolida como una de las joyas de la corona del colectivo LGBT+ mexicano.
Para más información y como colaborar con Samantha:
Casa de Día del Adulto Mayor LGBTTTIQ+ Vida Alegre- Laetus Vitae
Av. Xola 184-B, Colonia Álamos, Alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México.
Facebook: @vidaalegrelaetusvitae
Instagram: @laetusvitae