Inicio ¡Wow! Subiendo 8 Everests, una historia de superación trans Parte 4

Subiendo 8 Everests, una historia de superación trans Parte 4

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“Los hombres se visten de mujeres” dijo Samia. Te prestamos ropa y te ayudamos a maquillarte. ¡Claro! Quiero una minifalda dije, sin importar el frio que hacía. Yo estaba rapada, ni siquiera chance de conseguir una peluca, la verdad no debe haber sido una visión muy bonita para los demás, pero lo que yo vi en el espejo del baño del antro fue hermoso. Solo me quedé viendo mi imagen y dije “esto es lo correcto”. Esa noche me ligué a tres. Mi explicación fue que quizá ellas estaban viviendo sus fantasías lésbicas, pero no. Había una explicación mucho más profunda: Yo estaba siendo auténtica, feliz, atractiva, proyectaba todo eso y a la gente le gustaba. No había importado toda esa imagen de hombre exitoso porque era falsa y eso creaba desconfianza. Es sutil, la gente lo captaba de manera subconsciente, pero yo transmitía sin querer “que algo no hacía sentido en mi persona”.

Años después ya estaba olvidada la anécdota y había alcanzado el éxito corporativo. Directora antes de los 40 años, bien con el deporte, cumplí por fin mi sueño de estudiar formalmente aviación como mi abuelo, bonitos viajes por el mundo… ¿y por qué me sentía tan vacía? No digo que una pareja lo sea todo, de hecho, no lo es, pero era frustrante seguir intentando en balde. Nunca me rendí, pero casi había dejado de creer. El rechazo empieza a calar muy hondo y se estaba formando una herida muy grande que apagaba consintiéndome de otras maneras, como el shopping compulsivo.

La recompensa llega para quien busca. Estaba en mi oficina comiendo y oyendo un programa de radio que se llamó “El Cerebro Sexual”. En media hora entendí quién era yo, pero también percibí por primera vez el tamaño del reto. El doctor del radio, que se convirtió en mi terapeuta después, habló de los altos índices de mortandad por suicidio y otros problemas entre la población trans. “Corrí” a googlear cuanta gente se muere al subir el Everest: 6%. ¡Diablos! El doctor dijo 50%, esto es por lo menos 8 veces más peligroso que subir al Everest.

Por una magia que no puedo explicar con palabras, mi búsqueda de ese mundo de conciencia elevada llegó a su destino al mismo tiempo. Lo había buscado toda mi vida sin rendirme, había probado muchas cosas buenas, pero sin la contundencia que yo necesitaba. Pero el universo opera con leyes y las acciones tienen reacciones y creo firmemente que al final, hay justicia. Llegaron dos aliadas increíbles. Una me enseñó la puerta a ese mundo mágico, y sin la menor duda supe que había llegado a lo que buscaba. La otra, fue una gran cómplice en mi transición. Ambos procesos corrieron en paralelo, la conciencia guiando y dándome valor para mi transición. Ambos son atacados por la gran ignorancia de la sociedad. Me tocó a mi reivindicarlos y en eso estoy.

Vi un programa en Natgeo en que Christina Bruce, una mujer trans, dijo que realizar tu transición requería estar preparada para perderlo todo. Me identifiqué con ella porque era fisiculturista y piloto también, así que le escribí diciéndole que yo no estaba lista para eso, ¿se acuerdan que había aprendido a hablarle de tú a tú incluso a los famosos? Estaba comiendo solita en un restorán en Dinamarca, haciendo mi primera prueba de vida vestida de mujer, cuando recibí su contestación dándome su apoyo, quizá intuyendo que en verdad yo estaba a punto de perderlo todo…