Azul, una adolescente trans de Argentina, de 16 años fue víctima de violencia y discriminación. La chica fue golpeada en una fiesta por un grupo de por lo menos 10 personas, aún con las secuelas de la golpiza, fue a hacer la denuncia.
Los incidentes comenzaron cuando la adolescente quiso ingresar al baño pero se lo impidieron otros asistentes a la fiesta, que se desarrolló en una casa de barrio Retiro en Argentina.
Despectivamente le dijeron que fuera a orinar a un árbol. La chica contestó que era libre de hacer lo que quiera y los agresores le dijeron que saliera afuera a pelear, pero la discusión quedó en ese altercado.
Cuando la fiesta terminó, los jóvenes se quedaron en la vía pública y un chico comenzó a golpear a Azul, luego lo hizo una chica, se fueron sumando otros agresores que la agarraron del pelo y le pegaron patadas hasta que cayó al suelo y perdió el conocimiento.
Fueron sus amigos los que lograron rescatarla arrastrándola entre el tumulto, luego llamaron al 911 para informar que había una persona grave en la vía pública. A las 6.30 personal policial se acercó a calle Urquiza, donde encontró a la víctima.
Una amiga de la joven comentó a los efectivos que había sido víctima de una golpiza por parte de un grupo de al menos 10 personas entre las que había varones y mujeres. Según pudo constatar la policía, la chica se encontraba desvanecida casi inconsciente, por lo que se solicitó una ambulancia.
Como la unidad sanitaria demoraba, fue trasladada en un móvil policial hasta el Hospital Granaderos a Caballo, de San Lorenzo.
“Lo que le hicieron a mi hija no tiene nombre. Resulta que ni al baño puede ir por ser trans. Se salvó gracias a los chicos que la ayudaron y les agradezco inmensamente, pero el dolor que siento no me lo saca nadie”, comentó su mamá en Facebook.
La chica debe continuar con asistencia y controles médicos debido a los traumatismos que sufrió en todo el cuerpo. Este lunes, junto a sus padres, levantó la denuncia y también fue evaluada por un médico legista.
La madre contó al portal Criterio que, a pesar de ser buena alumna, su hija tuvo que dejar la secundaria por actos de discriminación.
“Cuando iba a primer año la han sacado corriendo y para evitar males mayores pedí el legajo para cambiarla de colegio. Se le hace difícil porque los adolescentes se burlan de ella. Y se propuso que cuando cumpla la mayoría de edad, terminará los estudios en un Eempa”, planteó la madre de Azul.
A los 11 años, Azul decidió hablar con sus padres para contarles su identidad de género y su deseo de comenzar su transición: “Desde entonces no hacemos más que apoyarla. Ella además de mi hija, es mi gran amiga”, dijo su mamá.