El terremoto sucedido en Nepal el pasado sábado ha causado devastación y dolor entre la población: suman cerca de 5 mil muertos y más de 8 mil heridos.
Poco se ha dicho es de los miles de refugiados de etnia tibetana, en su inmensa mayoría sin ningún tipo de documentación. Ellos no tienen derechos como otros residentes, ni tarjetas de identidad, no se sabe quiénes y cuántos son. No tienen Estado propio y por lo tanto son invisibles. La inmensa mayoría vive en la ilegalidad.
Los tibetanos empezaron a llegar de China a través de la cordillera del Himalaya en 1959, cuando se completó la ocupación de Tíbet por Pekín.
Por lo general su objetivo es encontrar refugio en Nepal o atravesar el país para llegar a India. Un pequeño número fue procesado por las autoridades y alojado en un centro para refugiados de la capital, Katmandú.
La mayoría de los étnicamente tibetanos vivían calladamente fuera de Katmandú, en aldeas remotas dispersas en las montañas. Esas aldeas están justo en la zona más afectada por el terremoto.
Hoy nadie tiene idea de cuántos tibetanos murieron en el terremoto. Y peor aún, las misiones de rescate no están operando en zonas tan aisladas.
