Inicio ¡Wow! Ana Curra: El grito estético de los inadaptados sociales

Ana Curra: El grito estético de los inadaptados sociales

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Era la noche perfecta para el aquelarre musical más siniestro que el sincretismo español pudiera lograr en tierra azteca; la luna menguante estaba bañada en sangre para que el sábado de gloria no fuera particularmente un luto convencional. 

Hassel Sara

@hassel_sara3

Se abrió un portal en homenaje a nuestros difuntos, demonios, y especialmente a Eduardo Benavente. Fue así que, desde la penumbra del escenario en la noche perfecta; el réquiem de Mozart pronosticaba al espectro musical, la leyenda punk, y la sensualidad del gótico: Ana Curra.

En mi existencia se involucran varios desvios naturales (aparte de mi torcedura homosexual). Mientras el mundo meneaba sus espaldas bajas con los nuevos “talentos” reggaetoneros; esos que son pegajosos y con la articulación vocal arrastrada. Yo llegaba al salón de clases con apenas 13 años, esperando ser el perro de mis fantasías hormonales, amando la ridiculez de querer ser un bote de colón o el cansancio que la autosuficiencia adulta pronosticaba. 

En la adolescencia moría por tener un cabello largo con crepé, una falda que desviara las miradas de los más mustios conservadores, o cadenas que pudieran aparentar fuerza en mi personalidad sumisa. 

En casa se daban a la tarea de inundar los rincones sonoros con música noventera, y es natural porque mis padres son de esa generación, sin embargo todo el one hit wonder del eurodance jamás se había visto ensombrecido hasta que encontré la revolución creativa que señalaba el franquismo español. 

Fue una develación descubrir looks estrafalarios que gritaban “¿A quién le importa?, a cierto director de cine a punto de ser mamá, a una chica cantando en masculino sobre el lesbianismo o a unos jóvenes que tocaban sobre “Mari Pili” quien aparecía por pedazos en la carne del supermercado. 

Situaciones estéticas que parecían sacadas de otro mundo, no podía creer tanta libertad en plenos años ochenta, y que a cuarenta años del suceso, sería más que cancelado. 

De manera orgánica fuí desmenuzando varios personajes de ese mundo underground, que cuando parecía terminar, aparecía otro nombre en esta red de disidencias donde destacaban en autenticidad. 

Para mí los reyes siempre serán “Alaska y los pegamoides” grupo donde el travestismo, la jotería y la fuerza punk estuvo representada por este grupo de amigos que disfrutaba la música y la imágen. 

Adolescentes que se estaban comiendo el mundo con toda la estética de lo que les gustaba y tenían la misma edad que yo. Fue así hermanas que nació mi fantasía de querer ser una chica Pegamoide ¿Se imaginan? Hassel Pegamoide, la revolución del siglo XXI en un contexto mexicano. Es ridículamente una situación tan ajena que era encajar una composición punk en un estilo Acid House.

Descubrí que esa España gris se veía inyectada de vida cada vez que ellos salían al escenario, la radio o algún LP. Se encargaron de dar color a una situación social difícil y a quienes le prestamos la conexión con nuestros miedos, mismos que necesitaban explotar en alaridos.

Los tiempos fueron cambiando, las drogas se llevaron muchos talentos a venus, los espectadores sobrevivieron la cotidianidad y como diría Ana Curra: con el sida se acabó la movida. Sin embargo Ana Isabel Fernández/Ana Pegamoide/Ana Curra es sobreviviente respaldando dignamente toda esa leyenda.

Según San Google, las entrevistas y los fans de hueso colorado aseguran que Ana Curra era la más prodigiosa del grupo Pegamoide, teniendo estudios académicos en piano y solfeo. 

En cambio, yo solo podía pensar en el increíble estilo que portó siempre y la versatilidad con la que podía interpretar canciones ligeras y otras más rudas. Una curva de histrionismo que nadie en su época logró y que ahora solo unos cuantos teníamos la dicha de conocer.

Más de una década tardó en regresar a México, su anuncio propiciaba una noche llena de energía al que iríamos las mismas góticas glamurosas. Y no me equivoqué. 

El “Foro 28” es un sitio muy alternativo e íntimo que se encuentra entre tanto local de ropa y calzado; muy escondido como las que somos fans. Supe que era el lugar correcto hasta que vio a unos ¿Señores? Con bastante estilo, en cuanto cruzamos miradas sabíamos quienes éramos y a lo que íbamos.

Ya dentro fue cuestión de segundos encontrar a las estrellas de la noche: Klauzz Siniestra, Romeritron y Erick Monster. Los fans que si es necesario van a España para apoyar a nuestros amados, además de chatear con ellos durante años ¿Lo mejor? De siniestro o monster no tienen nada, más que el corazón de unas personitas que caen perfecto y te respaldan del slam.

La noche estuvo llena de la distorsionada (y bien maniobrada) guitarra de Iñaki, el pulso acelerado de Iván Santana en la batería, y la excelente actitud de Pilar Román Romero en el bajo. Músicos con harta personalidad y técnica que ahora quiero ser su perra. En cuanto a Ana Curra, no podía creer que mi reina siniestra estaba a unos cuantos centímetros de mí. Que desde la valla de prensa lucía más radiante de lo que siempre imaginé viendo sus actuaciones. 

Poco fue el tiempo pues la seguridad del recinto tuvo unos modos especiales para tratarnos durante la velada. Pero en cuanto regresé con los fans viví una de las noches más intensas que alguien puede imaginar.

Un cantar que desgarra las cuerdas vocales, saltos que sobrepasa tus expectativas, empujones, golpes y arrimones de camarones con un público que sientes en hermandad. Cerveza volando, baba saltando, sudor goteando y miados brotando. Pareciera una película de horror ¿Y saben qué? Fue la mejor del mundo, aprendí que es una experiencia que todo ser debería vivir al menos una vez en su existencia. 

Tuvimos la dicha de que fue a mano de la reina del punk español.  El regreso de Ana Curra significó reunir a las minorías disidentes, a los que en la calle nos gritan o miran con extrañeza; y con un fuerte apapacho en mezcal nos llamó “grupo selecto… El más inteligente y auténtico respaldado con los años de experiencia… “

Culminó la noche con una pieza dedicada al maestro Eduardo Benavente, quien con apenas 20 años de edad partió del mundo dejando un gran legado musical. Eduardo tenía dos décadas, edad en la que la grandeza no cabe, y sin embargo, demostró al mundo que para ser pionero hay que ser auténtico a la esencia.

Yo con apenas 20 años escribo está crónica sin pies ni cabeza ¿Y saben qué? Ana Curra vale cada palabra de conmoción. Ella es protesta, es belleza, es autenticidad y es el resultado de un determinado contexto que necesitaba de su talento para sobrevivir. 

Esta crónica termina bien, pues la cereza del pastel fue cuando salió a recibir a sus fans. Estrechando manos, abrazando, reconociendo nuestra presencia y agradeciendo. Hassel de 13 años está más que feliz con la foto lado a lado de su modelo a seguir. 

Si hay que admirar una personalidad, que sea a quien defiende lo diferente y original.