Viridian, de siete años, murió lentamente. Sus padres la abandonaron en una cama dándole a veces de comer y sin la atención médica. Su «pecado», padecer Síndrome de Down.
Ángel Olvera Aguilar, de 52 años y Esther Adriana Frontana Gutiérrez, de 45, se presentaron a la agencia del MP en la Coordinación Miguel Hidalgo para informar que su hija había muerto por enfermedad.
Personal de la PGJDF fue a la casa de la víctima, ubicada en la calle Lago Granoso, en la colonia Pensil Norte, delegación Miguel Hidalgo. Los peritos detectaron que estaban ante un caso de omisión de cuidados.
Los padres de la niña mintieron, dijeron que no la descuidaban, pero que en los últimos días, por falta de dinero, no la habían llevado al médico. Sin embargo, debido a que no tenían ni una receta reciente y el cadáver de la menor evidenciaba la situación, se contradijeron hasta que admitieron que no le daban de comer por falta de tiempo.
La Procuraduría capitalina consignó a los padres, acusados del delito de homicidio agravado.