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Tuvo sexo en la tumba de su hijo en un intento de reencarnarlo

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Maud Gonne, fue una mujer reconocida en su tiempo como una activista por la independencia en Irlanda. Su vida estuvo marcada por una tragedia privada.

Su hijo murió a los dos años de edad. En su despesperación, Maud Gonne protagonizó un episodio insólito para intentar que el niño se reencarnara en otro.

Lo hizo mediante una práctica que por entonces algunos creían un ritual efectivo: teniendo relaciones sexuales sobre la tumba de su hijo, Georges.

Según las nociones de espiritismo y ocultismo a las que se había vuelto aficionada, ello permitía recrear el alma del niño muerto en una nueva criatura, concebida con el mismo padre, mediante un proceso de metempsicosis o transmigración espiritual.

Su vida previa

Thomas, el padre de Gonne, era un capitán de las fuerzas armadas británicas, y durante parte de la niñez de su hija se mudó con su familia a Irlanda. La joven fue enviada a Francia para continuar su educación. Una tía adinerada que vivía en París la presentó en los círculos de la alta sociedad francesa de la época.

Maud apenas estaba saliendo de la adolescencia cuando su padre murió y no mucho después inició una relación amorosa con un político francés de derecha, 16 años mayor que ella, llamado Lucien Millevoye, con quien se casó  y procreo a su hijo.

La ansiada reencarnación

Después de la muerte del menor, Millevoye y Gonne se separaron, a finales de 1893 ella retomó el contacto con él. Entonces le pidió encontrarse en Samois-sur-Seine, el cementerio en donde estaban los restos de su hijo.

La pareja primero entró a la capilla, luego abrió la puerta de metal sobre el suelo que llevaba a la cripta. Descendieron por la escalera de metal, los cinco o seis escalones. Y allí, al lado del cajón de su niño muerto, mantuvieron relaciones sexuales.

Si el alma de Georges logró reencarnarse o no es materia de análisis para los metafísicos. Lo cierto es que, en agosto de 1894, Maud Gonne tuvo otro bebé. Una niña llamada Iseult.

A la hora de su muerte, en 1953, Maud Gonne no hizo referencia alguna a su hija Iseult. Pero sí pidió ser enterrada con los pequeños zapatos de Georges, que fueron colocados junto al cuerpo dentro del ataúd.