Podría decir como todo mundo que “por azares del destino”, pero creo que es más porque es un paso importante para tu evolución que te toco ser trans en esta vida. Nadie lo escoge, simplemente se da, pero ya dijimos que lo que si se puede escoger, es nuestra actitud ante el reto.
Fíjate, hay una brecha importante de experiencia entre una persona que empieza a coquetear con su transición y una que ya pasó por ahí. Lo que he notado al hablar con gente que empieza, es que por más que les cuentes, es difícil que le midan el agua a los camotes hasta que lo empiezan a vivir en carne propia y a entender el tamaño del reto. Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, pero yo creo que esto no es exacto: si ponemos atención, sí podemos ahorrarnos algunas broncas por lo menos.
Acabo de leer una estadística que dice que una persona en promedio se tarda 14 años entendiendo de dónde viene su disforia, “con qué se come”, y atreverse a dar pasos hacia salir del clóset y todo lo que implica transicionar. Posiblemente ese promedio esté bajando y las personas salgan antes en su adolescencia y esto se debe a que ya hay más información y también algo más de aceptación (sin emocionarnos por lo segundo porque falta muchísimo). Pero es que no es poca cosa ni pocos los obstáculos. La fase glamorosa y emocionante de ver los cambios físicos no te va a sostener para siempre; es un buen combustible para el principio, pero pierde el chiste, como lo haría comerte la quinta rebanada de pastel, que lejos de ser placentera, hasta te cae mal.
Esto no es algo negativo, siempre y cuando evolucionemos a niveles más profundos de lo que implica dejar salir a tu verdadero ser y ahí si que te sostienes con tus propias alas. ¿Qué tenemos que hacer entonces cuando enfrentemos las partes no tan románticas y glamorosas de la transición? Recordemos que el camino de la persona trans comienza por una búsqueda de su verdadero ser, en otras palabras, de lo real. Valientemente va liberándose de lo que es mentira, de lo que no es, y empieza a vislumbrarse un hermoso ser auténtico. Lo que tenemos que hacer es continuar por esa vía hasta las últimas consecuencias. En la crisis también está la oportunidad; en nuestra prueba también se nos están dando las herramientas para superarla.
Esa búsqueda de lo real te llevará a resistir los momentos más difíciles. En ella, te darás cuenta que todo esto es un juego que se trata de ir descartando lo irreal, y que al hacerlo, se te va dando el premio del conocimiento más elevado, más profundo, que resiste cualquier prueba. Las metáforas que utilizamos son poderosas, así que no es lo mismo llamarle a esto un infierno que un juego, ¿verdad? Ojo con cómo nos estamos comunicando con nosotres mismes. Pero ni siquiera es una metáfora, es real.
Yo sé que hay momentos tan difíciles que no se ve ni siquiera un camino. Es ahí cuando en vez de tirar la toalla, nos debemos esforzar por elevarnos sobre la situación y entender que al final es nuestra decisión el sobrevivir y salir adelante. Que la prueba puede ser durísima pero tu evolución es directamente proporcional a tu comprensión de sus lecciones. Cuando entiendes que en cada prueba viene de regalo, un premio del mismo tamaño que la prueba, ya no importa tanto lo que pasa afuera sino lo que pasa adentro, en tu verdadero ser.
La gente allá afuera va a gritar alarmada por tu presencia, te va a señalar, te va a tratar de bloquear. Mientras tú, fuerte, evolucionas y lo ves como a un niño chiquito gritando y dices “ah, solo son niños evolutivamente hablando”.